lunes, 31 de diciembre de 2007

El club de la Pipa X

La puta y la muñeca.

…quizás aquella espera violenta, de calle torturadora, de nubarrones de miradas abusadoras y de los innumerables silencios que nos acechaban entre esas sinfonías promotoras de ofertas, algún día serán barriadas de desesperación y de impotencia. Quizás aquellos hombrecitos que pregonan frases incumbidas a presentar su poder estéril y cruel, a través de sus risas ebrias que congelaban nuestro aliento y oprimían nuestras muelas a punto de devorarse, sean lo que nos potencie a reñir. Pero si pudiera decirte, que estoy aquí y te acaricio, que te miro cuando duermes cansada de tanto suplicio, sin pedirte consuelo ni piedad, sino solo esperando a verte en este mediodía, en donde la luna del día iluminara tus ojos, que resplandecerán en los míos, y nos miraremos y caminaremos por aquellos bosques metidos en medio de la ciudad, en donde podremos vagar, sin temerle a nuestras marcas y engranajes que nos confinan al dolor y la soledad. Por eso muñequita mía, yo no te pido que escapemos ni que huyamos, solo te pido esta tarde, de las que siempre se escapan, para desvanecernos en nuestros juegos, para tocarnos y sentirnos, apreciando como pasa la energía por nuestro cuerpo, como llevan placeres vírgenes, que están violados, pero que aun pueden revelarnos como nos envuelven de seducción. Por que de tanto sentir aquel otro torturador, necesitamos nuestro aliento por lo menos por un rato, y devolverlo a la noche, y contarles a todos como nuestro cuerpo se hizo muñeca, duramente frágil, grisáceamente colorido. Y luego volveré a mirarte y a decirte: muñeca vos, y muñeca yo, fusión violenta de nuestra tortura que nos hace muñeca, entre hombres que reclaman nuestra virginidad y nuestra inocencia. Y nuestros deseos muñequita mía, a donde irán, quien se los lleva, quien los aniquila, se habrán ido por siempre… No se, pero yo te aseguro que los veo, mírame nomás. ¿No los ves en mis ojos?, Porque mas allá de nuestra coraza de plástico reñido y a prueba de golpes, están nuestros ojos que miran con deseos adolescentes, que nos permiten distinguir en la espera de la calle torturada, yo y mi muñeca, nosotras y la noche…



Insomios de sexo diariamente fugaz. (Amantes TV- Love)

…y como explicarle que cuando la penetraba mi cuerpo era como una pelusa que se deshacía en el espacio, fugitivo en millares de roces secos, y un resbalón con mi otro lado, cruel e hipócrita, desenvolviéndome en el solo apuro, frió y efímero, que me refugiaba de los misterios que me abandonaban en la noche. Y mis manos se desprendían de mi, y emprendían una aguda búsqueda insatisfecha, de una pisar tibio de arena, de pies descalzos de domingo. Y esos sonidos que retumbaban como lejanos, golpeaban nuestras piernas, y toda la habitación hervía, pero yo seguía posado como un témpano en un desierto, derritiéndome en un lugar equivocado. Mucha transpiración, fluidos que nos pegoteaban y nos expulsaban continuamente, eso era nuestro amor, segregado, veloz y efímero, como nuestros deseos que se abandonan en la dicha de nuestra estética, que se disuelve como el polvo que una vez fue piedra. Es que eran tantas, y tan múltiples, las imágenes desenvolviéndose como libro abierto, que recorrían nuestros apetitos cargados de bellezas insulsas, epitafios de una goce que ya no lo controla nuestro cuerpo, inscripciones violentas de un amor encendido por velas artificiales que iluminaban nuestras perezas. Quizás si pudiera permitirme gozar en la oscuridad de esta habitación, cuando ninguna razón me ilumina mis deseos, cuando el silencio de los sueños permiten escondernos por un rato de la impotencia feliz de las estrellas cuando nos distinguen de nosotros mismo, quizás ahí, como en una especie de inflamación rebelde, tras una fuerte negación a proseguir oliendo aromas incumbidos, podremos escapar desnudos de esta cápsula, reventar contra el vidrio virtual, y fundirnos en la tierra lamiendo las gotas de nuestras huidas…

jueves, 27 de diciembre de 2007

Anónimo II





“Tenía que cargar con mis miedos y partir”,
Me dijo antes de abordar.
“Olvidarme de mi un poco y salir...”

Tal vez sea la ciudad
Y su clima de siempre
Lo que nos hiere.

Tal vez sea la oscuridad
El eterno desorden en nuestras mentes
Lo que se teme.

“A donde no haya mundos tendré que ir”
Me dijo el flaco y moqueó
...Dejaba acá mil muertes


el morta



¿Por que intentar escapar de mi,
si nunca pude encontrarme y reconocerme?
Huyo de mi suerte,
en busca del tiempo reparador
atormentado por la regularidad de mis días.
Reniego de mi rutina, de mi pasado, y de mi intención
flotando en la inercia conmovedora, sin paradero...

Hoy, observo la distancia, y me alejo aun más
intento librarme de mi sombra pero es inútil...
¿Como escapar de lo que me contiene?
Si la fragilidad será mi compañía, el dolor será mi guía,
y la nostalgia sucumbirá en arrepentimiento

Te alejas de mi, tanto como de vos...
pero no sos la que huye, y suplicas misericordia
el llanto nos construye lo que no fue...



E.B




lunes, 10 de diciembre de 2007

Anónimo





"Los hombres estarían tan necesariamente
locos que no estar loco sería no estar loco
por obra de otra forma de locura".


el morta



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Donde están todos pregunta Luis.

Salio a ver que pasaba en la calle/
Y el barrio lo metio para adentro de repente./
Ahí la tele lo esperaba/
Para la cena.

“La verdadera comunidad es virtual”/
Rezan los carteles/
La ciudad lo esperaba/
Para exprimirlo.

Los trenes vienen llenos
para el sur/
Pero adentro están vacíos
y callados/
La conciencia lo esperaba/
Para preguntarle




el morta



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El banquete, por Sergio Cena



¿Donde están todos? Cena, rito digital.

Estamos sirviéndole la copa al diablo,
y llegamos puntuales para no perdernos.
El vino hierve en nuestras manos,
tememos equivocarnos, ya esta por llegar el final.


Se arrima a la mesa, y como escuadrones de vidrio
temblamos y le alcanzamos el plato.
Nuestras miradas se conectan a él, que nos rodea,
nos desborda y desaparece.


Rodeamos su mesa esperando recoger migajas,
y disfrutamos de la codicia.
Inhalamos el veneno para proseguir,
y le controlamos el tiempo.


La tierra gira, el sigue sentado en la mesa
devorando la carne fría del hombre.
Y nosotros recorremos mordisco a mordisco,
y bebemos la sangre.


La vorágine del tiempo era insoportable,
las cenas eran almuerzos,
los almuerzos eran cenas.
Y nosotros seguíamos sirviéndole el vino,
que ya había entibiado en nuestras manos.


Y comenzamos a pagar por un vino
que no bebemos.


Pero de aquel sitio todos creíamos beber,
aquella era nuestra comunidad,
y ahí estábamos hirviendo el vino.


Y ahí estábamos, todos a su alrededor,
mirando al diablo como masticaba nuestra mierda,
y nuestro aliento combustible,
se posaba en aquella plataforma
que instala imágenes de vida y muerte.


Él reina en la tristeza, como todo rey,
por eso mastica,
y nosotros deseamos,
y terminamos saboreando nuestra piel.


Pero aquel menú no siempre trae lo mismo…
El diablo desvía el ojo entre trago…


Fuga desesperada, sentimiento humano…
Siempre podremos escupir el plato…
Siempre podremos enfriar el vino…
Las cenas nunca son perfectas, siempre jugaremos con la sal…


La cena esta servida, pero nosotros ya no estamos...
¿Dónde podemos estar?





NR


sábado, 8 de diciembre de 2007

De los pies para adelante

Cuando fueron iguales no había Nadie con quien confrontar. Y él era una salida cual imágenes de un televisor encendido toda una tarde en la casita de ventanas cerradas de vidrios empañados. Había que inventar una salida. Y entonces el engaño de haber alguien ahí como puerta que entonces no era hombre. Esa era la única manera de estar dicho el asunto, de bailar con los pies en esa ruta donde un día se apagó la luz, y no tenía vestidos para levantarse. Sólo era seguir caminando aunque el próximo árbol la estrellara contra el eco de sus piernas. Entonces cerró los ojos y empezó a jugar entre los últimos vidrios de una botella que no paraba de darse vuelta una y otra vez contra su cara. De niña ya pronunciaba su nombre y encontraba líneas en el suelo. El mundo en ese momento era de papel claro. Y a la niña le encantaba pinchar el día con las agujas que guardaba en la lengua. Aunque quedara sola. Con tal de no escuchar el televisor encendido se rajaba antes que sus pupilas. Y corría detrás de un mundo del cual temía no-oir la oscuridad. Respiraba un hueso y otro. Y otro. Hasta que sangró la tierra que nadie nunca tragó, y besó cuantas arterias pudo, hasta que la jaula se escapó del lado del espejo que no se ve. Atornilló la puerta. Escupió la cerradura. Entonces no quiso ver más. Sus ojos lloraban Otro mundo. Y una figura que entró por la ventanita cerrada dibujó un sol que transpiraba humo. Llovió tanto humo una tarde que el sudor se transformó en la espuma que siempre fue, que nadie tocó. Había tantos ojos que la niña se abrió en dos, en tres, en cuatro... Pudo ver. Nadie dijo nada, Nadie jugó a hacer el bien. Pero Nadie se desangró por encarnar sólo por mil ojos a la niña que se olvidó en la ruta ciega. La inmensidad de las piernas tuvo tanto frío que entonces se hizo de noche de un salto.
Sólo que ahí donde los muros sin nombre se escribieron más tarde en ellos los surcos del empedrado más frágil de verano. Se les escapó la multiplicidad de las voces, el despertar de la espera de esquinas infinitas, los días de las noches de cuadra en cuadra de a pasos de pies descalzos sobre baldosas que arden de sudor. Es que los nombres no se atrapan y el asunto entonces no está todo dicho.
Se le cayó la escalera en la madrugada de ventanas abiertas. Cómo iba a hacer ahora, a la hora de la luz. Casi ni veía. Casi ni veía donde los tambores. Se quedó pensando entonces en todos los segundos que ya no latirían en ella como bocas.Primero cayó un pie desnudo (ahí donde dobla la voz más severa) Y esa fue quizás la caída peor, la que más resonó en las huellas de las uñas.Cuántos humos de cigarrillos había devorado sin nombrarse. Cuántas veredas sin calores que queman las sienes de sueños, con gusto a llovizna de noviembre. Que más tarde fue lluvia. Que más tarde fue tormenta. Que más tarde selló sus labios y llevó su lengua hasta la huella. Ahí donde cantaron los silencios de infinitas noches, mirando a un hombre tan perfectamente velado por sus ojos como hecho polvo por el peso del peso que pesa y aturde. Al hombre se le veían los ojos negros en el cemento de las tardes y ahí las calles se multiplicaban. Y a ella le parpadeaban las puertas del último sol. Y un río lento con sabor a yerba hacía de su garganta un mar de tonadas, siendo ahí-con-cada-vez para adelante. La garganta de las olas, de tantas y tan pocas noches junto a él. Frente a la corriente.
Si de todas maneras los trenes estaban tan cerca para irse con ellos que pasaba horas dibujando los viajes que más tarde hizo. Y la suerte estuvo de su lado cuando después algunos no llegaron, otros no partieron, otros se detuvieron, otros le volaban los vestidos. Otros la llevaron un día al norte del norte. Otros a las diagonales de una plaza donde fue feliz todo el día. Todo el día donde no hubo más ojos que los de ella sin la condición de quedar-se mirando. Algo empezaba a conmo-ver-se.
Manzana

jueves, 22 de noviembre de 2007

El club de la Pipa IX

"Drenar vida", por Sergio Cena




Los encandilados


Dispuestos a encandilarse,
miles de alientos chocan y se expulsan continuamente.
Mientras tanto la vida gira y continua ardiendo entre los ojos ciegos
que respiran solo en las noches frías.
Los encandilados no somos nosotros, porque nosotros vemos,
necesitan de nuestra percepción, que la luz sea eterna.
Los que se enceguecen son nuestros ojos, nuestros cuerpos que ya no miden las distancias, porque ya no las hay… (hiperconexiones magnéticas)
Somos un subconjunto de supremas autorregulaciones temerosas,
conectados a silencios lujuriosos,
que drenan vida, y consumen tiempos.

Pero que no se ven, no se tocan,
la piel no roza con las miradas, no ríe como venciéndose,
se amortigua en el tacto seco de un deseo que desea,
que duele y que abandona...
que nos quebranta como residuo toxico envuelto en llantos…
Y solo nos quedan cerebros quemados que consumen tiempo,
cuerpos cansados que drenan vida,
pieles que estallan y se marchitan,
alientos que chocan y que se expulsan,
y una noche fría… que drena vida… y te encandila.

Pero como toda luz, determina el color,
también deslumbrar con apariencias y engaños.
Así transitamos la ciudad espectáculo los encandilados,
creyendo vivir nuestros deseos en nuestros ojos ciegos.

Pero como toda luz, determina el color según su energía…
Mis queridos encandilados,
no drenemos más vida en la ciudad espectáculo,
cerremos los ojos, vagabundeemos sin cielo,
y encandilemos la noche, para ver como ella,
estallará de claridad…



NR


"Saliendo" por Sergio Cena .



Saliendo desesperado,
como mordiendo mis dientes,
como pisando mis pies.
No había adentro, porque no había afuera,
desconocimiento fatal.

Igual yo seguía saliendo,
como la espuma que muere en
el liquido que la hizo nacer.
Y aquel eterno comienzo
me revelaría que el otro lado era solo un impulso:
Saliendo…

Vidas entre vidas, saliendo y volviendo saliendo,
una salida hacia al trabajo, una salida del trabajo.
Y así saliendo entre saliendo,
como el que sale del tren,
como el que sale del trabajo.

Y cuanto más cree salir,
cuanto más lo necesita, más adentro esta.
Y aquel remolino incesante de días interminables,
que se llevaron tristezas y frustraciones,
dejaron aquel tibio saliendo,
que nunca podrán eliminar.

Entonces lo comencé a percibir en muchas situaciones,
cuando un compuesto de saliendo, produjo un afuera:
era como un torso que escapa de la marea
que aun lo llevaba,
pero con su impulso produjo una apertura
en el medio del océano,
y transformaba la marea.


Por eso aquel eterno comienzo me revelaría,
que aquel eterno impulso era vivir,
y que algún buen día,
nos permitirá comprender
que el otro lado estaba en nosotros,
y que mientras nos desbordemos de impulsos
resistiremos aquel eterno comienzo:
cuando nos dejan velozmente quietos…


NR





miércoles, 7 de noviembre de 2007

MAS DE MI AMIGO"EL PORVE".....

Breve manifiesto
(por Sebastián Buffarini)

“Together we stand, divided we fall…”

Si camino, siento que lo hago siempre por callejones que a ningún lado llevan. Ya no quedan muchas fuerzas para levantar los brazos, y eso es lo peor, porque algunas fuerzas entonces quedan: y esas fuerzas apuntan siempre hacia los mismos lugares. Esos lugares de los cuales no puedo salir, ni quiero. Porque, la angustia, como hace tiempo lo había predicho, pasa a ser el motor de todo. Porque nada parece ayudar, porque nada parece querer ayudar.
Y así sigo por la avenida de la vida, girando siempre en callejones. En hermosos callejones para golpearme siempre contra la pared del fondo, queriéndola trepar con esperanza desesperante, a veces lográndolo, para así poder descubrir que quizás todo se convierta en una calle que se conecta con tu vida…no pasa.
Porque nada ayuda, decía, porque el mundo se volvió extraño de golpe: con elecciones de inseleccionables que, a duras penas se distinguen por un instante para volver a confundirse en un tiempo, casi siempre, “en nombre de quien no tienen el gusto de conocer…”; de identificaciones deportivas absurdas y contradictorias que solo denotan moda; de alegorías apátridas; de regresos y confusión, entre aquellos que desean, sin más, que se unan los que han decidido separarse, y aquellos que se juntan comercializando la nostalgia; de la eterna lucha entre el corazón y la mente…mi corazón y mi mente.
A cada paso parece desintegrarse lo mejor de mí, desencajando de mi absurdo, lo mejor de mis sueños.
Y es que a esta terrible soledad de domingo por la tarde se le suman las lágrimas de emoción del desayuno de hoy. Las fuerzas que quiero comprar no me las vende nadie, y ahora mismo se que, siguiendo el consejo de un gran amigo: si pasa algo malo esta vez voy a buscarte en la oscuridad, porque en realidad, yo voy empujando y, es verdad, mientras tanto el sol se muere…
Sigo en el camino de decir absolutamente lo que se me antoja, con la firme convicción de que uno solo es esclavo de sus sentimientos y no de sus palabras o silencios, puesto que éstas, como bien señalaba Orwell, resultan efímeras y sumamente modificables. Entonces, no puedo controlar el decir que te amo tanto, y que, a pesar de cualquier cosa que pase, no puedo más que estar ahí con vos o, en el mejor de los casos para vos, quedarme acá esperándote. Esperando tu sonrisa…
Tu sonrisa, ese haz de luz que lo ilumina todo y que, al igual que las lágrimas de emoción de este desayuno, que esa copa de vino en el asado en osolandia, que aquéllas palabras de quien se hace sentir cerca, me pone devuelta en camino, así sea, apenas por unos instantes. Y son instantes porque –siempre- aparezco yo y todo mi ser, predispuesto a destruirlo todo con el mero hecho de ser siendo.
Porque el amor es la amistad envuelta en llamas, sostengo, porque es inevitable y hermoso, a pesar de sus pesares y de todos los que yo le añado. Porque me encantaría saber quién soy yo y a quien le pertenecen todas estas reacciones y estos sentimientos.
Porque no existe peor traición que la traición a uno mismo, creo no poder cambiar tanto mis ideales: si estoy enamorado, lo estoy, a pesar de todos y de todo; si tengo que ser el bastón que todo lo intenta sostener, lo seré, por el solo hecho de la felicidad de los otros, porqué así soy, porque primero están los que quiero y después estoy yo, siempre; porque si me han puesto acá, en la vida, acá me voy a quedar aunque tenga que inventarme espaldas; porque así soy yo. Porque mi cabeza es tan dura como irascible, porque mi lealtad es incondicional y mis sentimientos son sinceros, porque mi corazón explota de amor cuando te ve y, ahí estará siempre con vos, a pesar de lo que mi mente le ordene.
Porque pienso vivir muchos años más, de este mismo modo…porque, como dije, quedan pocas fuerzas pero, carajo, quedan.

jueves, 25 de octubre de 2007

cuentos de un amigo.........

La pasión según Lean
1ª y 2ª parte
por Sebastián Buffarini

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“Voces que se agitan…”

Teniendo a la vista la muerte insalvable de las grullas, razoné que lo que realmente me ayudaría a rehacer mi vida nuevamente era una experiencia de tipo comunista o religiosa, al fin de cuentas entiendo que ambos viajes “espirituales” padecen de los mismos defectos devotos y pasionales…
Adentrándome a analizar la alternativa por la cual debía inmiscuirme en la postura de extrema izquierda, recordé -con cierto desagrado- que si hay algo que realmente no me gusta es compartir las cosas importantes con gente que no conozco y que, mucho menos, me gusta que me recuerden que las estoy compartiendo. También noté que necesitaba un líder al cual idolatrar profunda y ciegamente hasta perder mis propias convicciones en favor del bienestar de mucha gente que, como era de esperar, no lo merecería. Motivé, para colmo, que no ser comunista a los dieciocho años es tan estúpido como serlo a los cuarenta…me encontraba a mitad de camino casi. En lo que a mí respecta, ya era suficiente análisis para darme cuenta de la inviabilidad de tal alternativa…
Entonces, y teniendo a la vista mi fracaso ideológico-político, comencé a buscar una salida en la segunda alternativa. Me fui en cruzada sacra por fin…
Primeramente, decidí que mejor malo conocido que bueno por conocer, y di por investigar el cristianismo en todas sus variantes. En una lectura fugaz pero efectiva de la Sagrada Biblia, consultando con algunos especialistas, caí en la idea de que todo el mundo es pecador menos el tipo que escribió ese libro y que, lo peor, no existe un modo humano de no ir al infierno. Entonces, luchar por luchar para en el final no conseguir absolutamente nada, no valía la pena. Las terribles contradicciones que surgen del mentado texto, sumadas a las contradicciones que empíricamente se develan en las ampulosas Iglesias me hicieron razonar que en definitiva es una religión que se basa pura y exclusivamente en la fe en un hombre llamado Jesús y sus prédicas sobre amor y hermandad. Por lo poco que leí respecto de ese gran hombre creo que si realmente existió, en cualquier momento debería bajar nuevamente a la tierra para pegarnos a todos una Real Patada en el Culo, puesto que lo que lo habremos defraudado no tiene perdón ni excusa. Quisiera aclarar que soy uno de los que aceptaría su patada sin chistar, entiendo que tendría toda la razón del mundo…
En segundo orden, me fui para con los más parecidos a estos que encontré en teoría: Los Musulmanes. De movida entendí que no era la correcta elección en este momento. Tratar de predicar un modo de vivir tan pacífico y armonioso bajo la sombra tiránica de ser considerado un terrorista por gente que se olvida que en la Edad Media su propio Dios estuvo de vacaciones mientras que acá, en la tierra, cuatro familias poderosas de Italia masacraron a medio mundo en su nombre no me resultaba conveniente. No estaba para héroe. Entonces, con un rótulo puesto, luchar contra tal mediocridad y obtusismo me resultaba inconveniente a esta altura tan particular de mi vida.
Para seguir en la tierra prometida, consulté las bases del Judaísmo… Entendiendo que cualquier comentario respecto de lo que pensara sobre este tema podría ser considerado de índole “nazi” por aquellos que -valga la paradoja- no toleren una crítica en contra de la Torá no resultaba beneficioso. Y por el contrario, tratar de explicar los postulados de la familia de Abraham y Moisés a la intolerancia argentina de hoy en día mucho menos.
Pequeñas comunidades (un tanto divertidas algunas de ellas) se fueron cruzando en mí camino de a una por vez hasta lograr sus cometidos: Hartarme de la religión establecida. Una especie de “impostura de la impostura” se había apoderado de mí. Decidí entonces ser agnóstico. Tanto tiempo tardé en entender tal palabra que tuve que pedir a Dios ayuda para hacerlo…ante tal particular situación entendí también que no era la solución adecuada.
Recordé, por ese entonces, un pasaje de una película que había visto: “El mundo de Dios está en ti y a tu alrededor…”. Calculo que en alguno de los libros que mencioné antes debió estar escrito pero seguramente acompañado con utópicas hazañas que debía realizar para, por fin, contradecirlo. Por el momento, me dije, me quedo solo con la frase.
Allí radicaría mi religión, decidí. “En mí”. Comencé por alabarme pero no resultaba buena idea. Entonces, se me ocurrió una genial idea: Crear mi propia religión. Con libros sagrados, profetas, mandamientos, dogmas, iglesias, etc. Todo completo. Una gran religión.
Había nacido el “Bonzoteísmo”, nombre en alusión a aquel primigenio apodo que me acompaño durante la niñez (bonzo), período de mi vida del que salí demasiado temprano y al cual añoro volver en algún momento.
Tenía un nombre genial ya. Ahora tenía que empezar a edificar mi culto.
Desgraciadamente caí en la idea de que para comenzar mi secta necesitaba una experiencia religiosa que me motivase un poco, alguna experiencia que se vinculara con lo que necesitaba al fin de cuentas: Entender el modo en que se puede olvidar y escapar de las grullas y así ser feliz.
Medité solo por un tiempo…nada. Leí libros por un tiempo…nada.
Al fin de cuentas, volví a la vieja usanza: Salí a la calle. La calle, el lugar que todo lo puede. Si de ahí habían surgido mis problemas, de ahí deberían resolverse. La calle me formó así como soy, así como era. Me enseñó lo poco que se y me contó como chimento lo que nunca quise saber. Me enseñó lugares y me prohibió muchos más.
La calle era la solución y, entonces “si la calle no viene a ti, ve tú a la calle” me dije, plagiando como cualquier otra religión.
Y un día salí a la calle a edificar mi culto…y allí encontré a mi gurú…

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“Vencedores vencidos…”

Como en aquella entrañable carta al mágico mundo del metegol de Gonnet, de un momento a otro no lo llegué a entender. Pero en un amanecer frío como un pedo de pingüino, lejos de casa, mientras buscaba mi gurú por el asfalto, me asustó su irrupción, vestido de larva azul destrozando mi suave deambular de una noche que de agitada tuvo poco. Ahí lo entendí todo. Ahí, por primera vez en mucho tiempo, no me sentí solo:

-“Habrá que acostumbrarse al futuro, el que no nos deja ya tiempo para hazañas. Habrá que, de una vez por todas, tomarlo medio en serio. Es seria y lógica nuestra nostalgia, seguramente cierta, todo tiempo pasado fue anterior. Y eso habrá que sobreponérnoslo”
Me comentó mientras no lo conocía aún…
-“¿Qué, no te acordás de mí, viejo marino, como despreciábamos a la gente que solucionaba las cosas? ¡Cómo me gustaría volver a despreciarla! Nunca entendí ese comportamiento, pero nos salía tan bien que trataba de no cuestionarlo nunca. No me quería sentir equivocado. Era fija siempre nos gustó mas y nos gusta ser parte del problema mas que de la solución. Tiene otros condimentos. Otro sabor. Es adolescentemente febril”.
Me atormentaba con sus palabras, yo no entendía nada.
-“Creo que nuestra virtud fue decir las cosas sin especular. Aprendimos a vernos. Limitamos nuestro tiempo a lo que realmente valía la pena. Es por eso que puedo afirmar hoy que pocos tendrán la amistad que nosotros llevamos. Pocos la han tenido ni la tendrán. Esto es definitivamente por siempre, y es lógico, nunca esperamos nada de nosotros. No es necesario. Estamos atados al factor sorpresa que lo protege todo. Todo al final llega para nos. Felices nosotros, los que nada esperamos de nosotros mismos, porque nunca seremos defraudados”.
Me había artado ya de escucharlo. Me di vuelta y comencé a caminar rápido hacia otro lado. Él, obviamente me siguió.

“-¿He aquí un mundo nuevo que se asombra ante nuestra locura? No. Esto ya lo han inventado, solo que nosotros lo descubrimos. Todo ese resto de cosas inservibles que el mundo ofrece nos da nauseas, nos provoca una sensación tan falsa que la sinceridad que fluye recíprocamente entre los dos se pegaba un culatazo con la botella de cerveza sin terminar la pizza de palmitos. Ay…aquella pizza-“
Definitivamente, aquel muchacho estaba loco. Yo quería una experiencia religiosa como bien dije, un gurú, un profeta, no semejante ejemplar. Seguía hablándome con extraña familiaridad. En un momento me cansé y le supliqué que razonara la posibilidad de que se había equivocado de persona. Me contestó que él nunca se equivocaba de persona. Que hacía mucho tiempo esperaba a alguien para moldear su vida y construir una religión, juntos… Ya todo era sumamente extraño. ¿Cómo era posible que supiese lo que yo buscaba? Religioso pensé… ¡Esto es religioso!
Habría sido genial si tal personaje no hubiese insistido en que me conocía. Seguía desparramando historias sobre tipos que no conocía. Y hasta se bautizó a él mismo con idolatría:
-Si quieres, tú puedes llamarme Lean -me dijo como haciéndome un favor-.
-¿Por qué Lean?- pregunté lógicamente.
-Porque me llamo Lean -molestó.
Caí en que no solo se estaba tornando extraño e indescifrable, sino que además tenía un humor bastante…distinto.

Como rompiendo el hielo que tan mal broma había creado, se esforzó porque lo recuerde y me comentó un par de conclusiones que había extraído de ciertas anécdotas. Anécdotas que, supuestamente, habíamos compartido:
“Era una noche y había que copar la parada. De visita noma’, como realmente vale. ¿Y todo por qué? Por nada, eso fue realmente importante, no teníamos banderas, no defendíamos nada, siquiera a nosotros mismos. Entonces valía mucho más, porque jugársela ahí indicaba que sería siempre más fácil jugársela por algo. Era una noche fría (como, no se si por casualidad o causalidad, siempre fueron todas) donde un tipo hacía fama a su apodo y se comía una que otra petisa del lugar, mientras el otro se encargaba de desalojar el lugar atestado de putos doblegando de dolor a una “borra” que producto de su ingenuidad de jumper se frotaba un limón por la herida provocando una escena de desconcierto para un flaco que, con cara de boludo, miraba impotente ante tamaña muestra de poder de dos tipos que la tenían lunga y estaban peligrosamente decididos.
Nosotros solos, sin que nadie nos ayude, les destruimos diez años de amistad en pocas semanas. Mierda, que es un logro.”

Tal anécdota o lo que sea, me asustó demasiado pero me convenció. ¿Será éste el profeta que necesito para comenzar mi religión? ¿Serán estos los postulados que domarán mi vida de aquí en más? Ante la alternativa de volver a dudar, lo elegí. Adopté a “Santo Lean” como gurú. En poco tiempo descubriremos si fue o no un error. Además me quedaba la duda si realmente me conocía o me estaba engañando. Opté por tratar de averiguarlo yo solo.

Comenzamos a caminar y, así entonces, escribir nuestro evangelio, juntos. En un momento, antes de comenzar el viaje fantástico que pasaré a desarrollar en los capítulos venideros, me dijo como para dar un buen “nuevo” comienzo según él:
“Es hora de ver como me sale hablar como Formento, atarme a una cama de Bariloche, disfrazarme de trébol, depilarme la entrepierna, vestirme con un tutú y escribir frases hipnóticas en francés. Así las cosas, te pido que te mantengas de mi lado y a mi lado, delante o atrás me molestarías.”
Y así, siguiendo en parte sus instrucciones, partimos con rumbo sur…como siempre…

Continuará…

cuentos de un amigo....

Subconsciente
por Sebastián Buffarini

“¡Vamos, vamos la fama…!”

Un cortado…y una curita.

Estoy soñando muchas boludeces últimamente. Debe ser la cantidad insoportable de bizcochitos bañados en dulce de leche que ingiero antes del reposo lo que hace que mis noches se plaguen de aventuras fantasmagóricas que a ningún lado llevan.
Alta premisa. A veces soy mozo en un restorán repituco de Padua donde los comensales parecen tener una especie de fobia hacia la comida que no cazan ellos mismos. Son tipo de alta gama, refinado como un melón de navidad y a la vez grotesco como un choclo en el culo. Sin embargo con fobia y todo, van. Se acomodan en las mesas y ríen humeando como el Chatanooga rumbo a Miniápolis. De pronto levantan el dedo y me llaman a mí. A mi, por supuesto, ya que soy el único mozo de ese restorán tan grande (detalle de este sueño que aun no logro desnudar). Me voy contorneando de entre las mesas, buen provecheando a la gente y, luego, riendo con mi estúpida risa de conejo les ofrezco la carta. “RESTORAN PITUCO de PADUA - HOY: COCODRILO DUNDEE CON PAPAS”, todos igual preguntan que hay mientras yo me pregunto por qué tengo que ofrecer una carta con una sola comida. Mientras me alejo con el pedido me voy reflexionando sobre los riesgos que correría si tratase de robar yo solo el lugar.
¡ZAS! Punto de no retorno. Lo peor que uno puede hacer en un sueño -siempre y cuando ese sueño le guste- es soñar que reflexiona, ya que en ese momento el puente invisible se hace luz y pasamos directo a otro sueño. Podría inventar un final lindo para mi pasantía como mozo pero sería mentira, es una especie de semisueño inconcluso. De repente me encontré en el papel de un líder comunista que vive en un bosque y domina a todos los animales y ligustros para que se conviertan al comunismo. Obviamente este sueño duro menos que The Sacados…

Sabor a culpa y agonía.

En el más creativo hasta ahora de todos mis ensueños tuve una aventura hipnótica. Soñaba que despertaba y salía a caminar instantáneamente. Me metía en las casas del barrio y dentro de ellas encontraba personajes que habitual y posiblemente nunca deambulan por allí. Vale aclarar también que poco se parecía este a mi barrio. La primera casa que encontré era una del tipo californiana, como la de Alf pero pintada de verde y blanco a rayas horizontales. Dentro de ella se encontraba Mirta Busnelli sentada en un canapé marrón oscuro y mientras bebía una copa de algo que no pude comprender, comenzó a contarme que estaba muy ocupada últimamente desarrollando junto a un cura médico de Tucumán una herramienta nueva para taladrar y atornillar huesos con el fin de facilitar las prótesis. Recuerdo que me contó todo el proceso de investigación y yo la escuchaba atónito sentado en el piso y en lo único que pensaba en donde era que tenía que ir. Cuando recordé que en realidad iba a ningún lugar le cambié el tema y saludándola muy respetuosamente -como saludaría uno a un cura tucumano- me fui.
Seguí caminando y encontré una casa que parecía de frente una carnicería pero cuando entre era mas bien como una fiambrería. En el lugar donde debería estar el mostrador había una especie de camilla atornillada al piso, y apoyado sobre la camilla, estaba el cantante de La Ley (de quien ni siquiera se el nombre pero lo cierto es que el tipo no me disgusta) leyendo el diario. Me miró y agachó la cabeza nuevamente. Yo lo miraba petrificado como un paquete de pastillas. Me miró nuevamente y me preguntó si alguna vez había pensado en el futuro de la evolución humana. Yo seguía duro. Cuando se disponía a contarme su teoría Darwiniana mi sueño salto repentinamente al restorán de Padua.
Ya se habían ido todos y yo me encontraba trapeando el piso con un lampaso deprimente, el gordo Gaby estaba cerrando la caja y de la nada comenzó a gritar llamándome con un apodo que no recuerdo. Corrí hasta encontrarlo y lo encontré totalmente paralizado, sudando como un mono pelón, con una lapicera derritiéndosele en la oreja, un repasador colgando del hombro, el control remoto en una mano que apretaba con furia y una mirada inconmovible, como la mirada de alguien que supone ver un OVNI, estaba clavada en el televisor. Era un programa chino donde el invitado era el mismo tipo de La Ley charlando con Woody Allen y explicándole una teoría bastante comprensible sobre la evolución humana. El dialogo fue más o menos así:
- Presentador Chino: (Hizo una pregunta pero yo no sé chino).
- Woody Allen: (Habló bastante, con tono serio pero yo no sé ingles).
- El muchacho de La Ley: (Risas en chileno) No, no…a lo que yo me refería era al hecho que dentro de muy pocos años veremos la evolución del hombre en vivo y en directo. Imagínense ustedes…
El presentador chino atinó a interrumpirle.
- El muchacho de La Ley: (Exasperando) No, ahora déjeme terminar…
Woody Allen se rió de manera inexplicable al caerse de la mesita ratona de vidrio un papel de color rosado.
- El muchacho de La Ley: Piensen por un segundo lo que tardó la tierra en formarse, miles de millones de años luz. Ahora lo que tardaron en aparecer los primeros animales, cientos de millones de años. Los dinosaurios se extinguieron en millones de años y apareció el hombre. ¿Nota usted como las distancias temporales se achican?
El presentador chino que asintió con la cabeza en un silencio perpetuo y prosiguió
- El muchacho de La Ley: Luego el Homo Sapiens evoluciona en pocos millones de años hasta ser el hombre del…supongamos…5000 antes de Cristo. Desde ahí en más el hombre evoluciona en miles de años, cientos de años, y hoy en día estamos en condición de afirmar que evoluciona en años. La pregunta del millón de libras es cuanto tardará la raza humana en evolucionar en meses, días, horas, minutos y cuando llegue a segundos…mejor dicho a “segundo”, ahí veremos la evolución en vivo y en directo, aunque sea solo por un segundo, ya que ese segundo será el instante exacto del exterminio de la raza humana…

Yo me quedé paralizado como Gaby y no podía creer lo que estaba viendo, como un tipo como ese, con la fama que tiene puede pasar tanto tiempo desarrollando una teoría tan compleja como improbable. Y luego me imaginé el motivo y me llegó una reflexión.
Pero ni bien reflexioné en mi sueño, este cambio tanto que desperté en serio esta vez. Me había desvelado, me senté en la cama y encendí un cigarrillo. Eran como las cuatro de la mañana, estaba cansado y para poder dormirme mejor prendí la radio y a que no saben que tema estaban pasando…Little Wing de Jimy Hendrix. Seguro que no pensaron en ese…

Desconclusión final

La próxima vez que me vean comer bizcochitos con dulce de leche antes de dormir, por favor, péguenme una buena patada en las bolas. Ojalá no les pase como a mi, que ahora cada vez que escucho un tema de La Ley o veo una película con Mirta Busnelli solo pienso en la evolución humana, lo cual es mas triste de lo que parece. Amén.

miércoles, 17 de octubre de 2007

El club de la Pipa VIII

“La virgen de los deseos” por HB



Retazos de una madrugada nocturna


…se hamacaba entre algunos de sus sueños, movilizándose, intentando recoger un poco de aire de cada uno de ellos, para transitarlos sin reducir la velocidad del tiempo moderno.
En momentos se quedaba flotando en uno de ellos, entre las nubes y el cielo,
pero luego bajaba con mayor velocidad y su miraba se escurría en el suelo temiendo caerse.
Una vida con los pies para arriba, o una vida con la geta en el barro, ese era su desafío.
Instantes arriba, instantes abajo, desequilibrio de la vida, equilibrio del tiempo.
Pero ella ni siquiera sabía que el juego la depararía a una pausa en la inmensidad del vacío, donde se encontraría sola en aquel amanecer, hamacándose en aquella plaza perdida, inventando alternativas al horizonte, desafiándolo en cada parpadeo, aniquilando poco a poco su razón y su ilusión, y dejando que la hamaca siga su destino, y la agité de un lado a otro, aprendiendo a jugar, en la ensangrentada derrota, la encantada victoria, en el llegar al cielo, y en el bajar veloz, hasta desprenderse las manos y reventar sus pies en el intento, mientras la noche la miraba de atrás…

NR



…sus rodillas oprimen su cabeza que rogaba por sedantes.
La vereda recogía desechos humanos, aromas petrolíferos quemados, y un color libidinal de amanecer dominguero, pero ella no sabía que aquel baile sureño no solo la obstinaría a ser la flor que nace del basural, que crece llorando por su aroma, sino que también la desnudaba, la dejaba tan libre que su transpiración hervía a sus placeres.
Pero igual su mirada daba al vacío de la retirada, entonces bajaba su cuerpo fetal en el amanecer, en un anochecer, y en un “dormir jamás”…

NR



…eso era la inestabilidad. Era el mate viejo tomando un color verde oscuro y formando el moho que se fundía con la habitación, con las hojas tiradas en el suelo que daban frases instigadoras. Era un teléfono sonando como lejano y penetrante a la vez, un remolino de sabanas con aroma a sexo, y una silla con montones de prendas de vestir que me sostienen y me desnudan en la soledad, que me acomodan en la vigilia. Y encima de todo se encendía el velador que iluminaba mi sombra y profundizaba mis fantasmas, con sus luces incendiaba las colillas de cigarrillo que se acumulaban en el cenicero, y un murmullo de reencuentros enredan voces pasadas con el silencio que tarareaba a mi vigilia cruel, tratando de encontrar algún pedazo de olvido, alguna palabra que no me llame, que goce sola conmigo en la oscuridad. Pero si eso era el equilibrio, si el murmullo entre almohadas lo encontraba, por dónde tendré que zozobrar, por cuánto tiempo, y en cambio de que, si el sueño de una mañana solo se acomoda, a la paz del abrigo de una noche donde calló.
Y tardé mucho en entender, que aquella inestabilidad no era de la dicha, y ni siquiera de la variedad de nuestros juegos y caprichos. Quizás solo los entusiastas pueden ser estables, pero si tan solo hubiésemos acompañado la pausa del nubarrón que nos esperaba, el reposo del ocioso, cuando los incontables retazos de nuestros vicios, nuestras rebeldías morales, y nuestras enfermedades éticas, desafiaban al tiempo y a la noche de la ciudad, quizás ahí, nuestra más estable inestabilidad, la de los amantes, hubiese rechazado las regalías de aquella noche…

NR

viernes, 5 de octubre de 2007

Bestia

Por El paladín Nago.


Bestia, la vida vive
Y se hace eco en el mundo desnudo
En el mundo abierto
Y se hace un tiempo en todos los tiempos
En las horas y minutos
Y en el tiempo sin tiempo.

Puede, la bestia bestia.
Y se hace camino en el fuego,
cenizas en el hielo
Persevera la bestia en su ser
haciéndose cada vez mas perfecta.




martes, 2 de octubre de 2007

El Club de la Pipa VII

"Tango de mi ciudad" Por HB.


Tangos maleables

Un hombre y un bandoneón, melodía que acaricia tus ánimos agitados,
y te despierta en la marea…
Abrís los ojos…
Interrumpes tu rutina agonía…

Miles de alientos pasan a tu alrededor pretendiendo hundirte en su prisa.
Tratan de arrástrate y absorberte con su velocidad.
Vienen de un lado y de otro con miradas ciegas e indefinidas,
condenados a destinos sostenidos hacia la mutilación de su deliberación.
Tu vista se nubla, la rapidez deposita en un acertijo a tus próximos pasos.

Miles de alientos chocan pero no explotan en un suspiro.
Se empujan e indultan para llegar primeo a la meta:
Un eterno ultimo éxodo eterno.

Miles de alientos participan en el mismo destino, aunque combatan
por un gramo de respiración, y se aniquilan con un soplido.

Un tren prendido fuego.
Miles de alientos escupen su estomago y su prisa,
descubriendo que eran solo hombres:

Miles de hombres en su éxodo eterno,
le aniquilaron sus alientos,
por eso no acompañaban cuando el bandoneón golpeaba.

Un hombre y un bandoneón, mira fijo entre miles de hombre,
y su mirada nostálgica se pierde junto a un país distante.

Golpea el bandoneón y aúlla la razón…
Cierras los ojos…
Proseguís el recorrido eterno de tu éxodo eterno…


NR



Alucinás un tango y una fiesta, unas fuerzas extrañas que atraviesan tus insomnios.
Y en seguida te entregas a la misericordia de la noche:

El duende de tu son, che bandoneón,
se apiada del dolor de los demás,
y al estrujar tu fueye dormilón
se arrima al corazón que sufre más.
Estercita y Mimí como Ninón,
dejando sus destinos de percal
batieron al final mortajas de rayón,
al eco funeral de tu canción.


Cuentas gotas que rebalsan de la mesa,
la medianoche trae el licor frió a tu dolor.
Recorres los rincones buscando algún centavo,
y tus recuerdos te invitan una ronda.
¿Olvidadizo serás valiente?

Bandoneón,
hoy es noche de fandango
y puedo confesarte la verdad,
copa a copa, pena a pena, tango a tango,
embalado en la locura
del alcohol y la amargura.
Bandoneón,
para qué nombrarla tanto,
no ves que está de olvido el corazón
y ella vuelve noche a noche como un canto
en las gotas de tu llanto,¡che bandoneón!


Suena el tango que ríe de los sueños, pero aquel sueño te esta olvidando,
bebes las huellas de tu destierro y agudizas tu seducción.

¿Hasta donde pueden sangrar tus placeres?

Construís figuras imposibles en un platito con maní.
Amarras tus manos a tus bolsillos, y descansas en tus silencios,
que se acomodan a una melodía que intenta recordar respuestas.


Tu canto es el amor que no se dio
y el cielo que soñamos una vez,
y el fraternal amigo que se hundió
cinchando en la tormenta de un querer.
Y esas ganas tremendas de llorar
que a veces nos inundan sin razón,
y el trago de licor que obliga a recordar
si el alma está en "orsay", che bandoneón.


Así aparece el final, la noche que pierde sus colores lóbregos,
y el ritmo de un tango no atendido lo acompaña en su retirada,
a esperar el bondi que lo lleve al sueño.

Otra noche más se escapa...
Los tangos maleables resuenan en tu fisura...
Y los primeros rayos cocinan tu carne
en un pancho noventa y cinco...

Suena el rock en la radio...
Ya es hora de despertar...


NR

(Gracias a Homero, y a su ¡Che Bandoneón!)

jueves, 27 de septiembre de 2007

Calle. Institución y escenario cotidiano de la tropa que ríe.

"Sheriff! Sheriff! Ladrá! Ladrá! y mordé!"
Beilinson - Solari

Asoma la mano de su grito cuando empieza a perderse entre las últimas fracciones de tiempo que sancionan que es el final. Cuando el final es cosa de Otros, que sumidos en la máscara del amo sólo galopan, al tiempo que la calle de ojos mudos hace granizo de sus pieles. Sin saber (siempre sin saber) que la voz no es la voz. Que las muecas retornan del intento de matar la urdimbre de huesos que son canciones. Que cuanto más se manda a dar vuelta una escalera para que los pasos caigan, menos sellan pupilas de sal, que queman.
El tipo que lo mira sin herirlo goza de la voz que le viene del asfalto. No va jugar nunca al último tiro. No sabe más que de las tiranías de la niebla que está por asomar. Y cuando dispara no entiende que no es más que la ropa de voluntades-rehenes-de-infinitos-goces. Y así hace de su uniforme el último eco de una copa que no deja de caer. Hasta que apunta y vuelve a gozar. Pero entonces asoman las manos de los gritos cuando empiezan a perderse entre las últimas fracciones de tiempo que sancionan que es el final.

Manzana

(La propia organización de las prácticas institucionales reproduce, promueve y habilita el ejercicio de violencia física y psíquica sobre detenidos en cárceles. Y la calle, institución y escenario cotidiano de la tropa que ríe, apunta y fuego).

Manzana

El CELS y MDRI presentan su investigación sobre Salud Mental y Derechos Humanos. El CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) y MDRI (Mental Disability Rights International) presentarán la publicación “Vidas arrasadas: La segregación de las personas en los asilos psiquiátricos argentinos”, el martes 25 de septiembre a las 18 horas en el Auditorio del Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación, Rivadavia 1865. El informe documenta violaciones a los derechos humanos contra 25.000 personas que están asiladas en las instituciones psiquiátricas argentinas.

domingo, 23 de septiembre de 2007

La anestesia del durmiente

Desperté en ningún lado. A ninguna hora. Un espejo dado vuelta que lloraba... Pensé. Era alguien en otro. Sin embargo, no había nadie y había tanto, que logré mojar el fuego, quemar sólo un vacío.
Hasta que la puerta se abrió.
O mejor dicho, hasta que el tiempo fue fin y no principio, hasta que un dedo atravesó el puente que fui.
Comencé a jugar.
Cómo ahoga uno mismo sus propios intentos de morir habiendo navegado con ojos y desnudo. Por qué nadie convive con el silencio al menos por un momento, sabiendo que algún día todos vamos a morir.
Aunque ni el sol ni la muerte pueden mirarse de frente se nos ponen de frente con total impunidad y a veces no hay nada más que el sol en su apertura. En su punto de falla. Por lo que vivimos arrojados fuera del nido y también intentamos no perdernos definitivamente, esto es la anestesia del durmiente.
Hasta trepar el sueño. Que así como desnuda así besa. Ríe. Viene a decir. Hasta que el ojo decide abrir el agujero más grande. Que cierra.
Pero entonces la puerta se abre de nuevo.
Hasta estallar.

Manzana

viernes, 21 de septiembre de 2007

Dónde está el nombre

De reingresar al padre a su sitio...
"No sólo en decisiones jurídicas puntuales
sino en el replanteo de una política de filiación
que ubique los lugares de Padre e Hijo en la escena de lo humano,
devolviéndolos a su posición en la palabra.
Si reintegrar el sujeto a su historia tiene algín sentido humano,
sólo lo será al sostener la ley
desbaratando la impostura."
Carlos Gutiérrez

A los en-crucija(dos).

La pregunta ante el espejo
el quieto
inmutable
doble
con revés.
Con y sin reflejos.
Unos que no hablan
porque no llegan.
Porque no partieron del origen.
Sólo las piernas con sus ojos abiertos mirando el fondo de la tierra
(ahí donde mirar muere)
no alcanzan a subir el grito que dibuja su nombre.
Cuando no hay nombre por donde subir.
O cuando subir lleva al juego donde el Nombre quema
sabiendo que su voz acaricia
y corre
y entonces alcanza sólo con respirar.
Entonces el espejo otra vez se da vuelta.
Y otra vez no hay nada.
Sólo el tiempo donde se congeló la mano de la jaula.
Otra vez no hay nada.
Sólo la jaula congelada en su tiempo
en su palabra
que entonces no puede ser palabra
porque la jaula no está cerrada.
Está jaula.
Sin posibilidad siquiera de no detener-(se)
para intentar al menos ir en busca de los ojos que faltan
pero Miran.
Faltan pero Miran.
Miran.
Hablan.
No estallan sin nombrar.


Manzana.

(¡¡Gracias a El placer de vagabundear por el espacio!!)

El club de la Pipa VI


Pintura de Fer.


El arrebato de los corazones


Quiere dormitar perpetuamente,
pero algunos sueños la despiertan,
entonces llora y revienta en miles de escombros
que se confunden en la calle.
De vez en vez abre los ojos y su extrañeza la inquieta
hasta reorganizarse con la llegada de un espectro de alas
que la invaden y la metamorfosean
bajo una nueva marea de supersticiones.

Pero sus sensaciones no pueden ser contenidas en su cuerpo,
y comienza a fragmentarse en miles de ficciones
que intentan reorganizarse bajo una de las agujas del reloj.

En ese malentendido existencial aparece el entendimiento
y hace de tu aliento una plataforma vacía…

Ya no hay lugar para tus repasos y maniobras extraordinarias…

Hombres educados y reflexivo agudizan tu dicha,
y tu inocencia florece violentamente,
retrocediendo tu posibilidad de desarmar los engranajes platónicos
que inmovilizan tus ojos.

Simbiosis eterna entre tu mente y tu contemplación…
Arrebato de los corazones en un mundo explosivo…

NR



No siempre el fuego prende la pólvora que se desprende de tus pasos.
Pero en esta ciudad todo revienta por los aires aunque el fuego no arranque.

Ciudad explosiva detrás de un torbellino de misiles impotentes:
milicias adiestradas a enredar sus cometidos con su intrepidez,
quitan tus ánimos del bolsillo, aniquilan tus consuelos,
y arrebatan tus corazones antes de fugar.

Ciudad explosiva, vuelan por los aires las sonrisas tristes...
Dos se miran pero no se reconocen.
Encuentro espejo,
desierto de juguetes sacrificados
que te confinan a lo irreconocible.

Por eso cuesta tanto arrancarle la treta a un soldado.
Por eso cuesta tanto despegar vuelo en tus alas…
Pero todavía quedan tus saltos, pequeñitos tus saltos…
Pero saltos… tras el paso de una cuerda que aun operas.

Perversa ciudad explosiva, te promete una senda
y deposita en sus baldosas explosivos inminentes.
Y tus saltitos, son tus saltos…
Inminentes combustibles de un nuevo salto.


NR

martes, 18 de septiembre de 2007

LA NAFTA ESTA DEMASIADO CARA???

Bueno despues de una escuesta larguisima se pudo comprobar que para varios integrantes del equipo duren, la suba de la nafta los ah perjudicado demasiado y por esto deben cargar gas,ya que el gasoil les parece demasiado grasa.
Lluvia reveladora

¿Como puedo sentir, si mi piel ya no es lo que me contiene? Mis ojos ya no ven personas, y mis oídos ya no oyen palabras. Solo me queda este vacío sepulcral que penetra más y más en mi carne; para que, en los días en que el sol se oculta sobre un inmenso piso de nubes, mi fragilidad brote por cada uno de mis poros reflejando la apatía de la existencia, haciéndome transpirar llanto de dolor, mezclándose con las lagrimas que envía dios para que sepamos que solo somos mortales. Hoy veo la sonrisa escéptica en cada espejo, y siento ese peso de la mortalidad sobre mis hombros, haciéndome caer sobre la tierra para fundirme en ella. Ahora, las gotas de lluvia caen por completo sobre mi como agudas dagas, y aunque mi carne ya no es tal, sangra con cada una de las estocadas. Así, se me revela la agonía como el ultimo de mis sentimientos ¡Un día más he de morir, para saber que sigo vivo!

* * *

Tristeza, soledad, locura, miedo, sufrimiento, fragilidad...
Wilson logra confundir su razonamiento por momentos, quizás días, meses, quizá una vida, y por fin cree que alguna vez alcanzara la felicidad.
Nunca va a saber que es lo que lo define, debatiéndose entre su contradicción, Wilson respira cada bocanada con esperanzas, despierta cada mañana con interrogantes, con inseguridad, y se refugia cada noche en su agonía por la incertidumbre de no saber. No sabe ni conoce, quisiera verse a si mismo, dar cuenta que su sangre corre por venas y arterias. ¿Que sentimientos son buenos o malos para guiar a una persona? Wilson anhela el odio que no siente, el amor que no lo conmueve, y a un dios en el que no cree. Sus utopías quedan relegadas por la cotidianidad, que lo acobija ante el terror de sus pensamientos, sus tormentos, convirtiéndolo en un sabio, un laburante, un padre, un aficionado,... un hombre.
¿Será realmente la cotidianidad la salvación de Wilson?
Se pregunta hasta cuando podrá soportar, si la cordura aguantara la confrontación de su eterna fragilidad, si su miedo a la tristeza lo dominará, y si el sufrimiento por la soledad lo va a condicionar un día más.
Wilson se despierta, volvió a soñar con una posible realidad, y desconfiando de su vigilia, levanta su cuerpo para emprender las tareas del día....

Esteban (Wilson, un personaje muy particular, que estoy seguro que alguna vez volvere a encontrar)

lunes, 17 de septiembre de 2007

Risas digitales se posan en rasguños de instantes perdidos.
Una marcha hacia la mutación del extraño con su sombra, que termina inclinando la balanza hacia la resignación de la memoria.
Congelamiento de sueños que intentan frenar el tiempo frenético, y te alivias el alma con solo presionar el botón.
Y es así como decidís encerrarte en la geometría del límite.

HB, EB, NR.

viernes, 14 de septiembre de 2007

La incipiente pareja de la plaza de Lomas.

Sonríe a un teléfono y proclama fidelidad.
Conversa con un espejo que pantalla fusiones de ánimos.
Vinculaciones encaminadas a la escisión eterna con tus sentidos.
Irradiación de plataformas mundanas en un mar sin hombres.

Se produce la primer cita,
tímida y ciega
Dos resortes regulados por intimidaciones nucleares,
ojos irreconosibles, tactos secos,
y un beso del adiós.

El fruto de la manzana que no cayó del árbol.
Manzanas prometidas y seductoras...
Dios las escupe...
Deseo perturbador...
Llamadas...
Risas tristes...
Cuentos que empiezan y terminan
con un teléfono que interrumpe
el silencio que te acecha.

NR....con la complicidad de 2 monigotes que alguna vez tomaron del sol de La Isla
(Gracias a la pareja, muchas gracias)

lunes, 10 de septiembre de 2007

El club de la Pipa V

"El grito de la matanza" Grabado por HB


El grito afónico



La variación del grito depende de la intensidad del silencio retenido.
El silencio retenido no es solo callar, también es no encontrar
la melodía donde poder acoplar tus sonidos.
El silencio retenido es gritar cada vez con mayor volumen
y no escucharte.
Mientras mayor es la intensidad del silencio retenido,
mayor es la posibilidad de que el grito surja en forma afónica.
Porque el silencio retenido lastima tu garganta,
estrangulándola a través de tus cuerdas sueltas sin usar.

Pero el silencio retenido es solo una de las condiciones de posibilidad.
Porque el grito afónico vive de un acontecimiento:
una multiplicidad de bocas ardiendo intentando
revivirse mutuamente,
producen un estallido en su encuentro,
que agudiza tus sentidos, expulsando tus silencios.

NR



Una aterradora negación a proseguir exclamando aullidos incumbidos.
Un incesante aluvión de dichos irradiantes engendra fuegos innovadores.
La vibración del pecho reclama sonidos que alivian los enfrentamientos.
Un grito afónico invoca antiguos señuelos
que se funden con retazos de improvisaciones.

Pero no todo el que crea es soberano de su infinito.
Un director de orquesta lame tu garganta y escupe en tu cara.

La resonancia comienza ha disiparse entre los antiguos aullidos,
convirtiéndose en silencios irreversibles.
Todo quedo igual que al comienzo…
Por suerte queda algo para recordar…

¿Pero hasta cuando podemos mantener el silencio que nos enceguece?
¿Seguiremos gritando estrofas artificiales?
¿Cargaremos pedazos de tiempo en el pecho, eternamente?

Quizás volvamos a negar nuestras estatuillas.
Quizás aparezca algún otro grito afónico.

Pero fuera de cualquier improvisto,
quedaran bocas abiertas atentas a que alguna brisa
traiga algún llanto lamento,
para que ahogue las palabras.

NR



Se eleva entre los cuerpos, o ellos mismo lo elevan.
Queda suspendido en el espacio
agitando sus ojos tratando de explicar lo inexplicable:
Un grito afónico, una canción que ingresa en su cuerpo,
los pibes que lo apoya en su exclamación,
y unos hombros lo ayudan a mantener su trascendencia.
De su frente caen gotas de agotamiento lujurioso que se mezclan
con una marea de brazos que intentan recuperar su aliento perdido.
El silencio de todos se funde en una melodía única y destructiva
que recicla la tristeza para reducirla en una oración.

Ya es todo un oratorio de promesas presentes…
Ya las remeras pintadas se desvanecen en la piel…
Ya tenemos formas de arruinar
la maldita rutina que regulan las horas…

Un grito afónico se hizo grito, o lo hicieron quizás.
Inunda las radios y espectáculos envenenando oídos
y hechizando tus deidades.
Cumple promesas futuras destruyendo tu pasado
y capturando tu presente.

¿Quien hizo aquel grito que se parece tanto al nuestro?
¿Cómo se lo llevaron si todavía esta afónico?

Estamos afónicos, se enriquecen con nuestra oración,
posiblemente estemos destinados a la expropiación eterna.
La fruta madura de nuestros tramas queda engranada
entre nuestra garganta sangrada.
La saliva choca contra el graffiti que prometía tus alivios,
y las bellezas refuerzan tu seducción,
y quedas apartado reclamando un atajo…

El grito afónico mantiene tus sentimientos vivos,
y te avisa que todavía podes crear un melodía propia
donde poder bailar hasta morir.

NR

domingo, 9 de septiembre de 2007

El borracho del conurbano

Si nos resulta casi imposible distinguir entre el ensueño y la vigilia, para cualquier hombre del conurbano, le resultaría igual de difícil distinguir entre la embriaguez y la sobriedad... probablemente, ese estado de embriaguez, cada vez mas apreciado semana tras semana, sea la única oportunidad que tenga este hombre del conurbano para poder desarrollar y expresar sus sentimientos mas profundos. Cuando por fin logra liberarse de sus represiones, por medio de una relativa ingerencia de alcohol, es cuando la felicidad, la tristeza, el miedo, el dolor, o quizás todas estas sensaciones juntas, comienzan a agobiarlo, y sin ningún tipo de limites, estos sentimiento se desarrollan hasta el infinito, provocando los mas desgarradores deseos de suicidio, pero a su vez, otorgando un poder y una fuerza invencible, generando por unos instantes, quizás mas, un éxtasis incomparable, un frenetismo avasallador que hace que cualquier sujeto pudiera conquistar el mundo sin mayor esfuerzo. Es imposible determinar cual es la supuesta respuesta que un borracho del conurbano puede dar en este estado, e incomprensiblemente, sus diferentes respuestas no dependen de la cantidad de alcohol que ingiera, sino todo lo contrario, con una cantidad ínfima de bebida, el hombre del conurbano es capaz de sumergirse hasta las lagrimas, o bien, extasiarse en las mas largas carcajadas, insoportables para cualquier otro que no comparta su estado, o simplemente no comprenda el porque de ellas...lo sorprendente de estos sentimientos, es que son tan ínfimos pero tan profundos, que se puede pasar de uno a otro, con solo ser afectado por la mas mínima brisa, ante el mas inoportuno comentario, o simplemente por puro bajón. Sin embargo, no importa el estado por el que pase un borracho del conurbano, simplemente no puede negarse que por fin se siente vivo, que ha abandonado ese escepticismo que lo caracteriza en su sobriedad, y que por fin puede dejarse llevar por sus utopías mas ilusas, o abandonarse a sus deseos carnales, mas no sin dejar de sentirse a si mismo. Pero por mas que este hombre del conurbano espere que estos sentimiento sea interminables, que desee mas que nada no volver a la inercia de la rutina, la vigilia irrumpe en su cuerpo con una violencia incomparable, generando la sensación misma de la muerte en vida, si se pudiera decir tiene un ínfimo índice de vida en su cuerpo, llevándolo hasta el arrepentimiento mas sincero, y atormentándose por el dolor y el malestar, jura no volver a tomar nunca mas, por lo menos no, hasta el próximo encuentro...


Esteban ( el hombre que vio a la partera)

sábado, 8 de septiembre de 2007

Los Fantasmas

1.
Ante nosotros otra vez el viejo yo.
Macabros malabares
Equilibrismo sin fin
(Y todo para conservar cierta entereza.)
Alegrías tristes,
Pasiones tristes.

Neurosis.

2.
Mi viejo yo me persigue en las
estaciones de subte.
Me grita cosas y no me deja hablar.¡
Qué maligno puede ser uno consigo mismo!
¿O ya no es uno ese viejo yo que ahí late?
Y si no es uno, ¿quién es?
Y si es uno, y es maligno,
¿cómo puede ser?
Cuando el viejo yo se esconde entre los instintos,
entre la sangre y la carne,
Y nos corre por los andenes…
No hay salvación ni entereza posible.

E.M.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Jungla de libros, que guardas todos los secretos, que brindas todos tus saberes. En un libro el aleph, en el aleph, un libro (todos lo libros); en un segundo, en todos los segundos, en una vida, en todas las vidas. Servís placer, saber, como preocupación y desidia pero ya no se puede volver. Que tan pobres seriamos sin los libros, que tan pobres somos sin los libros, pero solo entre líneas; inconexas algunas que escapan a la lógica y se vuelven pasionarias. Gracias libros por dejarme conocer al mundo sin salir del mío (picardía). Gracias libros por dejarme sonreír a Borges, saber a Pushkin y a Storni. Les debo la nada de mis días, les debo el placer de mi sonroja, les debo que me hayan expuesto al inconmensurable (trascendencia), les debo que me hayan compartido el todo. Mi yo les debo, el infinito les debo, porque una vez escrito ya no tiene autor; es de ellos, solamente, de ellos, la gran secta que son los libros.

Persa - Mauro

martes, 4 de septiembre de 2007

El club de la Pipa IV

Desenlace Fatal

Prosigo una tragedia donde se cruza la soledad de una multitud
con la comunión de las lujurias.
Los ánimos convulsivos solo gozan de alegrías tristes.

Entonces las instancias más inquietantes de mis retiradas
envenenan mis deseos y se apoderan de mis recuerdos.
El terror reaparece solo en los corazones desolados.

Y acaricio manos en brazas, e intento amarrarme a pasamanos invisibles,
y me acerco a la fiebre en la locura y el delirio.
Por eso los ojos cerrados inventan calabozos desiertos.

¿Cuántas eternidades virtuales llegan a mi?
¿Cuántas eternidades impulsan el lado cordial de mi vida?


Estamos aprendiendo a establecer nuestros vínculos
en atormentadas vacilaciones con nuestra agonía.
Emprendimos nuestra salida y dejamos la botella llena,
y las miradas empastilladas absuelven tus consuelos,
recomenzando tu tragedia,
que retiene tu bronca entre los dientes,
que inyecta pulsiones fanáticas que te aniquilan.

NR




La sombra se deslizaba ocultando penumbras y recuerdos.
Todos los ojos corrían a su encuentro,
disolviéndose en lágrimas y estallando en la oscuridad.
El movimiento de la sombra llevaba consigo infiernos acechadores
que invitaban tempestades de sueños e ilusiones.
El movimiento de la sombra ocultaba la aniquilación de energía,
la eliminación de tus tendencias insurrectas e innovadoras.
El movimiento de la sombra decía que para evitar las despedidas
se necesita de las buenas comedias.
Pero el movimiento de la sombra siempre requiere de la tragedia,
y se mueve por la necesidad
y la puja constante entre el sol que la retiene,
y nuestros corazones que intentan desecharla.

NR






Una fuerza ciega y misteriosa enfrentó, inevitablemente,
a tu lado más infantil con tu desolación.
Una acumulación de bronca y chucherías virtuales
que controlaban tus tristezas
reventaron en un estallido contra tu lado estéril.
La catástrofe pasada quedo en evidencia,
nadie podía recoger a aquellos alientos insurrectos,
nadie podía predecir aquel espectáculo clandestino:


El coliseo prendido fuego, sus asistentes alucinando ventanales de bellezas,
y los actores principales dispersos, le lamen el culo al diablo
para alcanzar el nuevo olimpo.
El coliseo hecho llamas, una multitud invoca espejos rotos,
una llamarada de agua ardiente, y un misil que se dirija al cielo.


Una fuerza múltiple e inevitable envenena, forzosamente,
las noticias del día y las últimas primicias.
Una acumulación de llantos e impotencias escupieron
remedios y esteroides hacia una larga resignación,
que empalagaba salivas contra la vereda.


Un desliz contra el suelo, apertura terrenal inspiradora…


NR

miércoles, 29 de agosto de 2007

Autopista, velocidad y ceguera*

Rectas. Curvas. Grandes bloques de concreto que se cruzan y conforman gigantescos firuletes, indescifrables por momentos. A pura velocidad, motores de miles de caballos de fuerza (la frase ilustra tanto la fuerza motriz del equino como la violencia humana sobre el animal) desafían las distancias. Un pie sobre el pedal sirve para consumar el sueño de suprimir las fronteras espaciales.

Los tripulantes de las naves ríen a carcajadas. Los antojos humanos, encorvados por la incansable pujanza del “progreso”, se imponen sin contemplaciones, sin reparar en los probables daños venideros para con las generaciones entrantes. Se festeja el desarrollo técnico en sí mismo.

La gran masa de asfalto incita a la velocidad; a superarse en cada recta, a economizar el tiempo del reloj, ese incansable tic-tac que suena de día y de noche, mientras trabajamos, y mientras soñamos. En este sentido, el reloj mecánico y la autopista son entrañables amigos: se celebra la posibilidad de acortar los kilómetros en el menor tiempo posible, a pura velocidad. El sujeto, mullido en la gomaespuma de su butaca, se sitúa frente a un espectáculo carente de conflicto, fija su vista hacia el horizonte y se deja llevar por esa parábola veloz que lo empuja a la ceguera. Pues, así como la autopista incita a la velocidad, sus efectos sobre el sentido visual suelen ser letales. La vista al frente queriendo superar el interminable horizonte cierra una posible apertura al mundo. El ambiente que propondría la autopista, en principio, es mecanicismo puro: una gran masa mecánica carente de vida, grandes malones de automóviles y cientos de publicidades estáticas.

Los costados son ignorados, olvidados entre el humo de los caños de escape, los ruidos y la altura. La visión lateral se entierra junto a los miles de desterrados de la ciudad. El semáforo, artefacto callejero regulador del tránsito, al menos obligaba a un “parate”, a un respiro, a una pequeña apertura de la mirada, a un diálogo con la calle.

Sin embargo, con la autopista, las esquinas desaparecen junto a su rebalsante vida: los animadores fugaces de las esquinas, tales como malabaristas, los limpia vidrios, los vendedores o aquellos transeúntes renegados que suplican por un cobre, todos ellos se esfuman. Al tiempo que también se evapora la circulación callejera, las miradas de los muchachos / as a las muchachos / as, los caminatas apuradas de las damas y los hombres por llegar a tiempo a cualquier lado. La velocidad de la autopista rompe el animismo de la ciudad y lo reemplaza con gigantescas publicidades que se suceden unas a otras. No es que la circulación de la ciudad sea perfecta, armónica, carente de conflictos. Más bien, es justamente la capacidad conflictiva de su animismo lo que la hace interesante. Lo cierto es que la ciudad y los sujetos se mueven al ritmo del tic-tac, pero, a pesar de la fuerza de este tiempo mecánico, hay resistencias, hay enojos con ese modelo de vida maquinal que simula ser perfecto. Entonces, la ciudad explota de animismo, de vida: en sus esquinas, en sus veredas, en sus calles, los sujetos se juegan sus propias vidas, sus propias subsistencias. En cambio, parecería ser que todo el paisaje que ofrece la autopista provoca una mirada estrecha, ciega al conflicto, incapaz de mirar por fuera de su estructura o que hace la vista gorda ante las miserias que cuelgan de sus puentes.

¿Será que autopista, velocidad y ceguera conforman un tridente –letal- para los sueños y miserias que circulan fuera de sus fauces? Quizás tengamos que hacer un esfuerzo para abrir el estrecho mundo que bosqueja la autopista. Vale la pena hacer el intento. A ver... ¡Ahí va! ¡Ahhh! Pero no, no basta con abrir los ojos. Y hay que estar muy atentos...

*Manuscrito hallado en una alcantarilla, bajo la autopista.

Intercambiador Autopistas Acceso Oeste a la Ciudad de Buenos Aires y Gral Paz
BUENOS AIRES - ARGENTINA

Como dijo, alguna vez, un gran Indio: "No nos olvidemos de nosotros, recordémosnos". Juampe

domingo, 26 de agosto de 2007

"Según dicen algunas antiguas tradiciones, el árbol de la vida crece al revés. El tronco y las ramas hacia abajo, las raíces hacia arriba. La copa se hunde en la tierra, las raíces miran al cielo. No ofrece sus frutos, sino su origen. No esconde bajo la tierra lo mas entrañable, lo mas vulnerable, sino que lo arriesga a la intemperie: entrega sus raíces, en carne viva, a los vientos del mundo.
-Son cosas de la vida- dice el árbol de la vida".


De Eduardo Galeano....

El Club de la Pipa III



Acontecimientos

Agitados y repulsivos salen andar
ancianos desventurados que
tropiezan con sus colmillos
y oscurecen el infinito de la calle
y paralizan las últimas sombra de la esquina

Agitados y arrogantes salen a chistar
ancianos fabricantes de miedos que arrastran
presas frescas por el anochecer
y dejan prendida la mecha
que derrite los ánimos que entonaban sus tristezas.

Agitados eternamente destruyen fieras fieles,
y renuevan siluetas a pinceladas de erecciones,
promoviendo y reproduciendo la sombra
en que oscurecen tus dolores intestinales.
y ríen por vos…
y aman por vos…

NR





Allá en la travesía de la calle se cuentan los pasos
para dar vuelta antes que se apague la luz,
se recogen los reojos amasando posibles fugas
y escondites para rezarle a algún dios.
Allí también te cruzas al maldito dios
que arrancan los alientos que te acercan a la vida,
te insertas dentro de un aura sin bellezas
que construyen tus bellezas.

La calle allí, ya no es calle donde poder soñar con relámpagos,
ya no es aire del poeta, y perfume de un mendigo.
La calle allí, ya no es calle del ladrón, ni del tranza, ni del ebrio,
ya no hay gente enloquecida por decirle no al final.
La calle allí se ha poblado de gatillos que revientan tu garganta,
que iluminan tu avenida y oscurecen la verdad.
La calle allí se ha colmado de artefactos y carteles,
que iluminan tus alivios y mendigan tu ilusión.

Allá en la senda de la calle, desaparecieron las esquinas
los atajos y las vías, quedaron rectas sin su nombre
y aluviones que te guían.

NR




Mastica el aliento del paraíso,
solo come del fruto del hombre,
solo sabe comer de él.
Mastica sus deseos que brotan,
porque lastima entrar en parcelas,
sin sentir la seducción.
Mastica del sudor y su resentimiento,
porque carece de eternidad
fuera de ese cruel pantano.
Mastica su lengua insatisfecha,
escupe,
vuelve a devorar,
parece feliz,
vuelve a devorar,
finge su suerte,
vuelve a devorar,
sirve su envoltura,
vuelve a devorar,
es goloso porque sabe masticar,
vuelve a devorar,
es goloso y se aparta el plato,
vuelve a devorar,
desprende su cuerpo,
devora infinitamente, devora…
Le duelen sus muecas,
pero respira, porque siempre se vende tu respiración.

NR



Encuentro

Mil almas traicionan su piel, desvían su paraíso
y no corren al reino del gran premio,
y no olvidan su potencia divina,
y transforman su energía conduciéndola a un terreno,
tan terrestre como su muerte,
pero tan posible como la vida.
Que se hace suya en un encuentro,
y que aunque se envenene con la rutina,
agita todo el suelo, llamando al gran dios
a rendirse a su encuentro,
que solo es de ellos,
de ellos creando,
de su destino,
de su decisión…
El encuentro siempre es insólito…
El encuentro reniega heridas…
Su muerte comienza y termina en el cielo.

NR




Consumo preciado, es solo el lugar.
Consumo perfecto, es ese lugar.
Solo consumo, riqueza y prestigio.
Solo compra y venta, debajo cuelga el corazón.
Es el límite del precio y el deseo,
donde se esconde el desierto de tu vestimenta,
que te protege del deseo insatisfecho,
porque cobardes encienden la luz.
Y todo el tiempo se adorna el espectáculo:
Llantos que no se compran, risas que te enceguecen.
Todo se aspira, todo hasta que ruegues.
Luces que te llaman, fieles a tu oído.
Presos a desearte, presos sin sus llaves.
Puercos intestinos, jarabes de su puerto.
Ofertan a su ángel, recuerdan a sus brujos.
Ofertas que consumen, ofertas sin sus llaves.
Decir no, ese es el juego.
Decir que no, esa es la regla,
¿Por cuantos no, uno es vencido?

NR




Los espacios en donde se cruzan el grito y el silencio
comienzan de diferentes formas:
O recogen la saliva de bocas abiertas;
o son respuestas a una amalgama de labios
que escupen la vereda por verla sucia,
en un estado de ebriedad tal
que no descansaran en las noches,
ni se preocuparan por la salud publica,
porque ellos mismos son la calle,
y ella es a sus pasos.
Hagamos de nuestros barrios
el espacio en donde brindaran
nuestros gritos y silencios
para decir que no al cruel espectáculo,
y por fin afirmarnos en nuestros vinos,
de nuestras uvas,
que hervirán al sol.

NR




Recorrido de una serpiente que intenta envenenar
la dulzura de este mundo.
Y penetra cada agujero para desterrar ternura.
Y humedece a cada labio,
porque puede besar el silencio.
Y se esconde en tus delirios más crueles,
porque se le permite imaginar.
Y funde su veneno a la madrugada,
porque retiene cada instante de pasión.
Y se desliza por tus hombros
atravesando el limite de la intimidad,
Y se aleja por el desierto de los inocentes…
Y se oculta en tus deseos…
Y muere en cada caricia,
para revivir en tu piel,
y volver a ser libre.
La piel de una serpiente cambia con las despedidas,
pero se mantiene suave,
porque nunca se olvidan de su recorrido.
Su huella traspasa tu piel,
como hace el sueño con tu corazón.

NR

martes, 21 de agosto de 2007

Historia de Cronopios y de Famas

MANUAL DE INSTRUCCIONES
Por Julio Cortázar

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero «Hotel de Belgique». Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien. Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café. Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso. ¡Oh, como cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.