viernes, 7 de septiembre de 2007

Jungla de libros, que guardas todos los secretos, que brindas todos tus saberes. En un libro el aleph, en el aleph, un libro (todos lo libros); en un segundo, en todos los segundos, en una vida, en todas las vidas. Servís placer, saber, como preocupación y desidia pero ya no se puede volver. Que tan pobres seriamos sin los libros, que tan pobres somos sin los libros, pero solo entre líneas; inconexas algunas que escapan a la lógica y se vuelven pasionarias. Gracias libros por dejarme conocer al mundo sin salir del mío (picardía). Gracias libros por dejarme sonreír a Borges, saber a Pushkin y a Storni. Les debo la nada de mis días, les debo el placer de mi sonroja, les debo que me hayan expuesto al inconmensurable (trascendencia), les debo que me hayan compartido el todo. Mi yo les debo, el infinito les debo, porque una vez escrito ya no tiene autor; es de ellos, solamente, de ellos, la gran secta que son los libros.

Persa - Mauro

1 comentario:

Anónimo dijo...

les puedo dejar un regalito? si no sirve, tirenlo a la basura.
muy bueno el blog, me lo recomendó una amiga.
besos,elvira



Los Fantasmas

1.
Ante nosotros otra vez el viejo yo.
Macabros malabares
Equilibrismo sin fin
(Y todo para conservar cierta entereza.)

Alegrías tristes,
Pasiones tristes.

Neurosis.


2.
Mi viejo yo me persigue en las estaciones de subte.
Me grita cosas y no me deja hablar.
¡Qué maligno puede ser uno consigo mismo!
¿O ya no es uno ese viejo yo que ahí late?
Y si no es uno, ¿quién es?
Y si es uno, y es maligno, ¿cómo puede ser?
Cuando el viejo yo se esconde entre los instintos, entre la sangre y la carne,
Y nos corre por los andenes…
No hay salvación ni entereza posible.


E.M.