miércoles, 3 de diciembre de 2008

La estructura que recorta el cuerpo

“Puede ser que haya otro mundo dentro de este, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos ni en la atrofia ni en la hipertrofia. Ese mundo no existe, hay que crearlo como el fénix. Ese mundo existe en este, pero como el agua existe en el oxigeno y el hidrógeno, o como en las páginas 78, 457, 3, 271, 688, 75 y 456 del diccionario de la Academia Española está lo necesario pare escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso. Digamos que el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendamos generarla”.
Julio Cortázar.

¿Cuál es la muerte? ¿La física o el límite al que llega el Otro? Ese límite que se siente en la piel, quizás a partir de una frase, de un gesto, de una idea ilimitada, que no se deja leer, al tiempo que se deja rechazar desde la primera hasta la última letra. Pero entonces ¿hay letra en la muerte del Otro? ¿Qué tanto se puede leer, aproximarse a sus hilos, correrle el manto que la envuelve y estupidiza? ¿Es la fuerza, motor, energía de los hijos por venir los que en su dimensión más clara dibujan el límite hasta donde el Otro llega, porque ya no reconoce o porque ya reconoció lo suficiente? Algo así como que murmuran con sus vocecitas diciendo: “tranquila mamá, ya se de tu pregunta, ya la entiendo, ya lo estoy viendo”.
Asco, pero no cerrar los ojos para no ver. No espanto. No sobresalto. No “¿¡pero cómo?!”Asco como límite, como reacción primera a la frase que pretende envolver para quedarme mirando. Ya no. Ya no. Demasiado cuerpo y finales postergados. Cuando el final es un límite. Un punto. Una escritura que se deja leer y convoca a escribir y hacer historia de uno. Y es que Uno no es el Otro. Y el límite está ahí para ponernos a salvo de tanto cuento de la infancia que nos inscribieron en las orejas. Pero hay otra historia. Porque hay un más allá del lenguaje. Porque se puede recuperar el paso perdido, el no dado, el instante de duda, de pensar para adentro que el Otro no tiene toda la razón. Porque la razón no es toda y eso es un hecho. Porque tenemos los sueños y porque lo reprimido tiene estrictamente que ver con uno. Y nadie puede venir a uno a robarle el símbolo. Porque el símbolo no se borra ni se destierra ni se saca de un portarretrato ni de una cajita para ponerlo en otra.
Manzana (a pocos días de un final y entonces cuatro materias).

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