Nacimos para besarles sus labios,
para contarles sus pasos
y sin darnos cuenta
terminamos inyectándonos sus fresas.
Cargamos sus espadas
y somos cobardes;
y cada día probamos;
caímos cobardes.
Fumamos de sus pipas.
NR
Alcanzo a ver una sombra que doblaba por la esquina,
y antes de correr a su encuentro
quedo estancado en la misma baldosa
Su cuerpo se convirtió en un corredor de fantasmas
que borraban sus recuerdos.
Ahí comenzó a elevarse,
dejando rastros de su transito en gotas de sudor.
La sombra retorno
pero ya contaba con mayor esplendor,
de tal manera,
que empezó a sentir que ya era en vano su vuelo.
Se dejo caer
y el ruido de la noche cambio.
Unos violines se encargaron de acompañar
a unos ancianos que salieron al encuentro del nuevo baile.
La sombra comenzó a crecer,
él cada vez más violentamente se desangraba,
y su vergüenza rancia
de no poder escaparle a la sombra,
termino por encogerlo.
No se supo más de él...
La sombra desapareció con el día...
De los ancianos no quedo nada,
hoy sus estatuillas se pueden ver, en la plaza del pueblo.
¿Dónde esta el pueblo?
NR
En una calle de aquel barrio de Villa Paz,
había una leyenda:
crecían flores por debajo de las casas.
Y de que en ese insólito lugar,
vivían corazones vivos,
que se escaparon de sus cuerpos
tras una fuerte tormenta.
Estos corazones huyeron de la calle,
y resistieron su palpitar por debajo de la tierra.
Ese latir feroz es el que les dio la vida,
y el que le da el miedo y la vergüenza
a aquellos pobladores,
por tal elocuente espectáculo.
La calle estaba siempre repleta de extranjeros,
que en su mayoría eran cirujanos y farmacéuticos,
rastreando un negocia frió y misterioso,
que generaba un clima de ebriedad entre los pobladores,
y robustecía cada vez más la leyenda:
ya que con su presencia,
el latir de la calle se estremecía más,
al cual estos científicos,
justificaban,
con una gran orquesta de tambores,
que se desenterraba de una lejana ciudad.
Cuando caía la noche
siempre se divisaba una niebla que iba
desde los pies hacia la cintura.
haciendo del caminar,
todo un extremo arte,
entremezclado con una aguda violencia,
y una desentrañadle pureza.
El latir aumentaba a volúmenes insoportables,
que hacían del soñar algo de otros tiempos,
El insomnio ya no era una característica
de algunos excéntricos,
se propagaba por toda la calle,
incitando a un desfile de bandidos,
que nadie veía ni aplaudía,
pero que cada noche se repetía.
Los desfiles duraban horas y horas,
la calle era una pasarela interminable,
en el que cada participante de aquel
esplendido espectáculo moderno,
esperaba con gran esperanza,
el suceso que lo llevé al final del recorrido.
Era tan difícil y tan cercano el final,
pero era solo cosa de elegidos,
de los elegidos que eran todos,
pero no con tanta suerte.
No con la suerte de poder dejar de latir,
de escuchar y de escapar de aquel concierto.
Porque no era un sencillo desfile de TV,
mas allá que se parezca alguno de ellos.
Estaba la belleza, los espectadores,
la línea que dividía a uno de los otros.
Pero, la principal diferencia residía,
en que acá no había una línea recta,
como en una pasarela.
Lo que hacía distinguir a unos de otro
era el círculo que había en el medio de la calle,
producto de la sombra que hacia la luna de medianoche,
cuando las estrellas desaparecían.
Esa era la verdadera pasarela,
aquella sombra que cada noche era más pequeña,
pero que cada bandido trataba de alcanzar,
casi sin saberlo.
Lo que hacia realmente imposible coronar la noche
con una gran despedida,
era que la calle chupaba a muchos de los participantes,
en cada latir,
llevándolos de nuevo el comienzo,
que ya parecía final,
para todos ellos.
Cuando llegaba la mañana
el sol hacía imposible cualquier posibilidad de dormir,
y los pobladores se juntaban en cada esquina,
repartiendo la píldora de los buenos días,
que transformaban el latir,
en una sinfónica de golondrinas,
que cantaban junto al aquelarre:
“Bailemos con la vida,
que es la espera...
de algún suceso...
que te termina”
Todo este cántico era acompañado
con un ritmo de merengue,
que provenía del perfume que emanaban
las flores,
que con el roció de la mañana,
llegaban a su plenitud.
De esa manera podían seguir…
Más allá que todos los días de sus vidas,
se pregunten, ¿donde estarán sus corazones?,
perdidos tras esa tormenta,
¿a donde abran ido?...
La canción fue su salida y encanto.
Canción que fue vulgarizada y desprestigiada.
Himno popular, en donde todos podían danzar.
En ciertos momentos hasta se escucho en las radios,
en las radios de todo insólito lugar,
aunque nadie la pudo comprender.
Creían todavía que era producto gente
a la que solamente se les arrancaba el cuerpo.
Nadie supo lo de los corazones…
Nadie supo lo de los desfiles de la angustia y de la muerte…
Todos subestimaron la píldora de los buenos días…
Nadie comprendió que Dios les dio,
la más fiel de las muertes,
la muerte más fiel de este imperio,
donde los corazones callan,
y se ocultan,
de lo único que no se puede alcanzar jamás,
la mismísima tierra,
donde ya no hay hombres ni vientres,
solo sus consuelos.
NR
La muchacha caminaba lejos de la noche,
atravesaba cuentos y contaba pasos con las manos.
Luego del grito de un anciano, decidió dirigirse hacia un túnel,
que se encontraba envuelto en una gran sabana blanca,
con un ave inmensa colocada en su entrada,
que dejaba caer de sus alas una gran cantidad de sangre.
Tras introducirse,
una sombra comenzó a seguirla, mientras su cuerpo desaparecía.
Quedaron solo sus ojos que destellaban crueles miradas,
hacia el medio del túnel donde crujían sangrientos roedores.
Comenzó a escuchar un cántico que llegaba desde lejos,
acompañado con un ruido de violines:
"Las trampas de tus sueños llegan adornadas con guirnaldas"
En ese momento la sombra comenzó a acrecentarse
invadiendo todo el túnel.
Ella comenzó a ver la palma de su mano izquierda
de la cual comenzó a sacar una cuerda
con la que se sujeto del picaporte de una puerta
que decía: "Acá no hay risa para los reidores".
La sombra comenzó a transformarse en un remolino,
que la atrapo por largos segundos,
hasta expulsarla.
Su piel empezó a crecer con pedazos de telas
que la hacían verse como un frió espantapájaros.
Pero siguió sosteniendo la cuerda,
hasta que la puerta estalló
y con ella comenzaron a sobrevolar murciélagos
con cara de payasos
que le hacían recordar a su pasado,
y comenzó a gritar,
escupió sudor
y se dejo caer.
Ella trato de levantarse
pero el túnel era muy angosto,
y el miedo la congelo.
Comenzó a escuchar una música más fuerte,
parecía una comparsa con violines y bandoneones,
y un nuevo cántico que decía:
"No sueltes la cuerda de tu corazón..."
En ese momento observo que estaba allí,
era como una especie de arteria que se mezclaba con pañuelos,
y tiro de ella,
y se sujeto.
Apareció en el banco de una plaza,
vestida con largos pantalones y una camisa floreada,
no supo nunca que fue de la sombra, ni de los roedores,
ni de los murciélagos, ni de la excéntrica comparsa.
Al túnel nunca lo recordó,
pero siempre resonó en ella, aquel cántico que decía:
"No sueltes la cuerda de tu corazón,
que el viento destruye tu cuerpo en dos"
NR
Prendió la luz.
Había un ciego esperándolo.
Le contó que existía una píldora
que enrojecía los pómulos y entristecían los ojos.
Apago la luz.
Salio rodando por las escaleras,
compro la píldora,
y desapareció.
Cargamos todos con el peso de su vació,
del vació que significaba la falta de aquel
tenebroso y cínico extravío,
que compraba nuestra muerte en bolitas de látex,
y vendía su coraza,
para que con nuestro odio podremos vengar,
a los ciegos unidos del mundo,
fusilados con píldoras de cristal.
NR
“Sentido, felicidad, tristeza, insomnio,
suicidio, batalla, cuerpo, sangre,
miedo, espanto, alma, corazones,
libertad, violencia, potencia, escisión,
transmutación, cobardía, risas, llanto,
búsqueda, ceguedad, fuego, cielos,
sueños, engaños, jaulas, tesoros,
cadenas, soledad, mierda, escándalo,
religión, heridas, amor, juventud,
yerbas, remolinos, insolación, desesperación,
tierra, perfumes, disparos, compañía,
ciudad, abrazos, pérdidas, encantos,
tentaciones, caprichos, hojas, prisas,
tiempo, tumbas, paraíso, explota...”
NR
Desaparecerá, desapareceré, y desapareció.
Todo olía a excremento
crujía el tiempo,
enloquecían los cuernos del águila,
y escapando a la tempestad
regresará, regresaré, y regresó...
NR