Subconsciente
por Sebastián Buffarini
“¡Vamos, vamos la fama…!”
Un cortado…y una curita.
Estoy soñando muchas boludeces últimamente. Debe ser la cantidad insoportable de bizcochitos bañados en dulce de leche que ingiero antes del reposo lo que hace que mis noches se plaguen de aventuras fantasmagóricas que a ningún lado llevan.
Alta premisa. A veces soy mozo en un restorán repituco de Padua donde los comensales parecen tener una especie de fobia hacia la comida que no cazan ellos mismos. Son tipo de alta gama, refinado como un melón de navidad y a la vez grotesco como un choclo en el culo. Sin embargo con fobia y todo, van. Se acomodan en las mesas y ríen humeando como el Chatanooga rumbo a Miniápolis. De pronto levantan el dedo y me llaman a mí. A mi, por supuesto, ya que soy el único mozo de ese restorán tan grande (detalle de este sueño que aun no logro desnudar). Me voy contorneando de entre las mesas, buen provecheando a la gente y, luego, riendo con mi estúpida risa de conejo les ofrezco la carta. “RESTORAN PITUCO de PADUA - HOY: COCODRILO DUNDEE CON PAPAS”, todos igual preguntan que hay mientras yo me pregunto por qué tengo que ofrecer una carta con una sola comida. Mientras me alejo con el pedido me voy reflexionando sobre los riesgos que correría si tratase de robar yo solo el lugar.
¡ZAS! Punto de no retorno. Lo peor que uno puede hacer en un sueño -siempre y cuando ese sueño le guste- es soñar que reflexiona, ya que en ese momento el puente invisible se hace luz y pasamos directo a otro sueño. Podría inventar un final lindo para mi pasantía como mozo pero sería mentira, es una especie de semisueño inconcluso. De repente me encontré en el papel de un líder comunista que vive en un bosque y domina a todos los animales y ligustros para que se conviertan al comunismo. Obviamente este sueño duro menos que The Sacados…
Sabor a culpa y agonía.
En el más creativo hasta ahora de todos mis ensueños tuve una aventura hipnótica. Soñaba que despertaba y salía a caminar instantáneamente. Me metía en las casas del barrio y dentro de ellas encontraba personajes que habitual y posiblemente nunca deambulan por allí. Vale aclarar también que poco se parecía este a mi barrio. La primera casa que encontré era una del tipo californiana, como la de Alf pero pintada de verde y blanco a rayas horizontales. Dentro de ella se encontraba Mirta Busnelli sentada en un canapé marrón oscuro y mientras bebía una copa de algo que no pude comprender, comenzó a contarme que estaba muy ocupada últimamente desarrollando junto a un cura médico de Tucumán una herramienta nueva para taladrar y atornillar huesos con el fin de facilitar las prótesis. Recuerdo que me contó todo el proceso de investigación y yo la escuchaba atónito sentado en el piso y en lo único que pensaba en donde era que tenía que ir. Cuando recordé que en realidad iba a ningún lugar le cambié el tema y saludándola muy respetuosamente -como saludaría uno a un cura tucumano- me fui.
Seguí caminando y encontré una casa que parecía de frente una carnicería pero cuando entre era mas bien como una fiambrería. En el lugar donde debería estar el mostrador había una especie de camilla atornillada al piso, y apoyado sobre la camilla, estaba el cantante de La Ley (de quien ni siquiera se el nombre pero lo cierto es que el tipo no me disgusta) leyendo el diario. Me miró y agachó la cabeza nuevamente. Yo lo miraba petrificado como un paquete de pastillas. Me miró nuevamente y me preguntó si alguna vez había pensado en el futuro de la evolución humana. Yo seguía duro. Cuando se disponía a contarme su teoría Darwiniana mi sueño salto repentinamente al restorán de Padua.
Ya se habían ido todos y yo me encontraba trapeando el piso con un lampaso deprimente, el gordo Gaby estaba cerrando la caja y de la nada comenzó a gritar llamándome con un apodo que no recuerdo. Corrí hasta encontrarlo y lo encontré totalmente paralizado, sudando como un mono pelón, con una lapicera derritiéndosele en la oreja, un repasador colgando del hombro, el control remoto en una mano que apretaba con furia y una mirada inconmovible, como la mirada de alguien que supone ver un OVNI, estaba clavada en el televisor. Era un programa chino donde el invitado era el mismo tipo de La Ley charlando con Woody Allen y explicándole una teoría bastante comprensible sobre la evolución humana. El dialogo fue más o menos así:
- Presentador Chino: (Hizo una pregunta pero yo no sé chino).
- Woody Allen: (Habló bastante, con tono serio pero yo no sé ingles).
- El muchacho de La Ley: (Risas en chileno) No, no…a lo que yo me refería era al hecho que dentro de muy pocos años veremos la evolución del hombre en vivo y en directo. Imagínense ustedes…
El presentador chino atinó a interrumpirle.
- El muchacho de La Ley: (Exasperando) No, ahora déjeme terminar…
Woody Allen se rió de manera inexplicable al caerse de la mesita ratona de vidrio un papel de color rosado.
- El muchacho de La Ley: Piensen por un segundo lo que tardó la tierra en formarse, miles de millones de años luz. Ahora lo que tardaron en aparecer los primeros animales, cientos de millones de años. Los dinosaurios se extinguieron en millones de años y apareció el hombre. ¿Nota usted como las distancias temporales se achican?
El presentador chino que asintió con la cabeza en un silencio perpetuo y prosiguió
- El muchacho de La Ley: Luego el Homo Sapiens evoluciona en pocos millones de años hasta ser el hombre del…supongamos…5000 antes de Cristo. Desde ahí en más el hombre evoluciona en miles de años, cientos de años, y hoy en día estamos en condición de afirmar que evoluciona en años. La pregunta del millón de libras es cuanto tardará la raza humana en evolucionar en meses, días, horas, minutos y cuando llegue a segundos…mejor dicho a “segundo”, ahí veremos la evolución en vivo y en directo, aunque sea solo por un segundo, ya que ese segundo será el instante exacto del exterminio de la raza humana…
Yo me quedé paralizado como Gaby y no podía creer lo que estaba viendo, como un tipo como ese, con la fama que tiene puede pasar tanto tiempo desarrollando una teoría tan compleja como improbable. Y luego me imaginé el motivo y me llegó una reflexión.
Pero ni bien reflexioné en mi sueño, este cambio tanto que desperté en serio esta vez. Me había desvelado, me senté en la cama y encendí un cigarrillo. Eran como las cuatro de la mañana, estaba cansado y para poder dormirme mejor prendí la radio y a que no saben que tema estaban pasando…Little Wing de Jimy Hendrix. Seguro que no pensaron en ese…
Desconclusión final
La próxima vez que me vean comer bizcochitos con dulce de leche antes de dormir, por favor, péguenme una buena patada en las bolas. Ojalá no les pase como a mi, que ahora cada vez que escucho un tema de La Ley o veo una película con Mirta Busnelli solo pienso en la evolución humana, lo cual es mas triste de lo que parece. Amén.
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