"Drenar vida", por Sergio Cena
Los encandilados
Dispuestos a encandilarse,
miles de alientos chocan y se expulsan continuamente.
Mientras tanto la vida gira y continua ardiendo entre los ojos ciegos
que respiran solo en las noches frías.
Los encandilados no somos nosotros, porque nosotros vemos,
necesitan de nuestra percepción, que la luz sea eterna.
Los que se enceguecen son nuestros ojos, nuestros cuerpos que ya no miden las distancias, porque ya no las hay… (hiperconexiones magnéticas)
Somos un subconjunto de supremas autorregulaciones temerosas,
conectados a silencios lujuriosos,
que drenan vida, y consumen tiempos.
Pero que no se ven, no se tocan,
la piel no roza con las miradas, no ríe como venciéndose,
se amortigua en el tacto seco de un deseo que desea,
que duele y que abandona...
que nos quebranta como residuo toxico envuelto en llantos…
Y solo nos quedan cerebros quemados que consumen tiempo,
cuerpos cansados que drenan vida,
pieles que estallan y se marchitan,
alientos que chocan y que se expulsan,
y una noche fría… que drena vida… y te encandila.
Pero como toda luz, determina el color,
también deslumbrar con apariencias y engaños.
Así transitamos la ciudad espectáculo los encandilados,
creyendo vivir nuestros deseos en nuestros ojos ciegos.
Pero como toda luz, determina el color según su energía…
Mis queridos encandilados,
no drenemos más vida en la ciudad espectáculo,
cerremos los ojos, vagabundeemos sin cielo,
y encandilemos la noche, para ver como ella,
estallará de claridad…
NR
"Saliendo" por Sergio Cena .
Saliendo desesperado,
como mordiendo mis dientes,
como pisando mis pies.
No había adentro, porque no había afuera,
desconocimiento fatal.
Igual yo seguía saliendo,
como la espuma que muere en
el liquido que la hizo nacer.
Y aquel eterno comienzo
me revelaría que el otro lado era solo un impulso:
Saliendo…
Vidas entre vidas, saliendo y volviendo saliendo,
una salida hacia al trabajo, una salida del trabajo.
Y así saliendo entre saliendo,
como el que sale del tren,
como el que sale del trabajo.
Y cuanto más cree salir,
cuanto más lo necesita, más adentro esta.
Y aquel remolino incesante de días interminables,
que se llevaron tristezas y frustraciones,
dejaron aquel tibio saliendo,
que nunca podrán eliminar.
Entonces lo comencé a percibir en muchas situaciones,
cuando un compuesto de saliendo, produjo un afuera:
era como un torso que escapa de la marea
que aun lo llevaba,
pero con su impulso produjo una apertura
en el medio del océano,
y transformaba la marea.
Por eso aquel eterno comienzo me revelaría,
que aquel eterno impulso era vivir,
y que algún buen día,
nos permitirá comprender
que el otro lado estaba en nosotros,
y que mientras nos desbordemos de impulsos
resistiremos aquel eterno comienzo:
cuando nos dejan velozmente quietos…
NR
jueves, 22 de noviembre de 2007
miércoles, 7 de noviembre de 2007
MAS DE MI AMIGO"EL PORVE".....
Breve manifiesto
(por Sebastián Buffarini)
“Together we stand, divided we fall…”
Si camino, siento que lo hago siempre por callejones que a ningún lado llevan. Ya no quedan muchas fuerzas para levantar los brazos, y eso es lo peor, porque algunas fuerzas entonces quedan: y esas fuerzas apuntan siempre hacia los mismos lugares. Esos lugares de los cuales no puedo salir, ni quiero. Porque, la angustia, como hace tiempo lo había predicho, pasa a ser el motor de todo. Porque nada parece ayudar, porque nada parece querer ayudar.
Y así sigo por la avenida de la vida, girando siempre en callejones. En hermosos callejones para golpearme siempre contra la pared del fondo, queriéndola trepar con esperanza desesperante, a veces lográndolo, para así poder descubrir que quizás todo se convierta en una calle que se conecta con tu vida…no pasa.
Porque nada ayuda, decía, porque el mundo se volvió extraño de golpe: con elecciones de inseleccionables que, a duras penas se distinguen por un instante para volver a confundirse en un tiempo, casi siempre, “en nombre de quien no tienen el gusto de conocer…”; de identificaciones deportivas absurdas y contradictorias que solo denotan moda; de alegorías apátridas; de regresos y confusión, entre aquellos que desean, sin más, que se unan los que han decidido separarse, y aquellos que se juntan comercializando la nostalgia; de la eterna lucha entre el corazón y la mente…mi corazón y mi mente.
A cada paso parece desintegrarse lo mejor de mí, desencajando de mi absurdo, lo mejor de mis sueños.
Y es que a esta terrible soledad de domingo por la tarde se le suman las lágrimas de emoción del desayuno de hoy. Las fuerzas que quiero comprar no me las vende nadie, y ahora mismo se que, siguiendo el consejo de un gran amigo: si pasa algo malo esta vez voy a buscarte en la oscuridad, porque en realidad, yo voy empujando y, es verdad, mientras tanto el sol se muere…
Sigo en el camino de decir absolutamente lo que se me antoja, con la firme convicción de que uno solo es esclavo de sus sentimientos y no de sus palabras o silencios, puesto que éstas, como bien señalaba Orwell, resultan efímeras y sumamente modificables. Entonces, no puedo controlar el decir que te amo tanto, y que, a pesar de cualquier cosa que pase, no puedo más que estar ahí con vos o, en el mejor de los casos para vos, quedarme acá esperándote. Esperando tu sonrisa…
Tu sonrisa, ese haz de luz que lo ilumina todo y que, al igual que las lágrimas de emoción de este desayuno, que esa copa de vino en el asado en osolandia, que aquéllas palabras de quien se hace sentir cerca, me pone devuelta en camino, así sea, apenas por unos instantes. Y son instantes porque –siempre- aparezco yo y todo mi ser, predispuesto a destruirlo todo con el mero hecho de ser siendo.
Porque el amor es la amistad envuelta en llamas, sostengo, porque es inevitable y hermoso, a pesar de sus pesares y de todos los que yo le añado. Porque me encantaría saber quién soy yo y a quien le pertenecen todas estas reacciones y estos sentimientos.
Porque no existe peor traición que la traición a uno mismo, creo no poder cambiar tanto mis ideales: si estoy enamorado, lo estoy, a pesar de todos y de todo; si tengo que ser el bastón que todo lo intenta sostener, lo seré, por el solo hecho de la felicidad de los otros, porqué así soy, porque primero están los que quiero y después estoy yo, siempre; porque si me han puesto acá, en la vida, acá me voy a quedar aunque tenga que inventarme espaldas; porque así soy yo. Porque mi cabeza es tan dura como irascible, porque mi lealtad es incondicional y mis sentimientos son sinceros, porque mi corazón explota de amor cuando te ve y, ahí estará siempre con vos, a pesar de lo que mi mente le ordene.
Porque pienso vivir muchos años más, de este mismo modo…porque, como dije, quedan pocas fuerzas pero, carajo, quedan.
(por Sebastián Buffarini)
“Together we stand, divided we fall…”
Si camino, siento que lo hago siempre por callejones que a ningún lado llevan. Ya no quedan muchas fuerzas para levantar los brazos, y eso es lo peor, porque algunas fuerzas entonces quedan: y esas fuerzas apuntan siempre hacia los mismos lugares. Esos lugares de los cuales no puedo salir, ni quiero. Porque, la angustia, como hace tiempo lo había predicho, pasa a ser el motor de todo. Porque nada parece ayudar, porque nada parece querer ayudar.
Y así sigo por la avenida de la vida, girando siempre en callejones. En hermosos callejones para golpearme siempre contra la pared del fondo, queriéndola trepar con esperanza desesperante, a veces lográndolo, para así poder descubrir que quizás todo se convierta en una calle que se conecta con tu vida…no pasa.
Porque nada ayuda, decía, porque el mundo se volvió extraño de golpe: con elecciones de inseleccionables que, a duras penas se distinguen por un instante para volver a confundirse en un tiempo, casi siempre, “en nombre de quien no tienen el gusto de conocer…”; de identificaciones deportivas absurdas y contradictorias que solo denotan moda; de alegorías apátridas; de regresos y confusión, entre aquellos que desean, sin más, que se unan los que han decidido separarse, y aquellos que se juntan comercializando la nostalgia; de la eterna lucha entre el corazón y la mente…mi corazón y mi mente.
A cada paso parece desintegrarse lo mejor de mí, desencajando de mi absurdo, lo mejor de mis sueños.
Y es que a esta terrible soledad de domingo por la tarde se le suman las lágrimas de emoción del desayuno de hoy. Las fuerzas que quiero comprar no me las vende nadie, y ahora mismo se que, siguiendo el consejo de un gran amigo: si pasa algo malo esta vez voy a buscarte en la oscuridad, porque en realidad, yo voy empujando y, es verdad, mientras tanto el sol se muere…
Sigo en el camino de decir absolutamente lo que se me antoja, con la firme convicción de que uno solo es esclavo de sus sentimientos y no de sus palabras o silencios, puesto que éstas, como bien señalaba Orwell, resultan efímeras y sumamente modificables. Entonces, no puedo controlar el decir que te amo tanto, y que, a pesar de cualquier cosa que pase, no puedo más que estar ahí con vos o, en el mejor de los casos para vos, quedarme acá esperándote. Esperando tu sonrisa…
Tu sonrisa, ese haz de luz que lo ilumina todo y que, al igual que las lágrimas de emoción de este desayuno, que esa copa de vino en el asado en osolandia, que aquéllas palabras de quien se hace sentir cerca, me pone devuelta en camino, así sea, apenas por unos instantes. Y son instantes porque –siempre- aparezco yo y todo mi ser, predispuesto a destruirlo todo con el mero hecho de ser siendo.
Porque el amor es la amistad envuelta en llamas, sostengo, porque es inevitable y hermoso, a pesar de sus pesares y de todos los que yo le añado. Porque me encantaría saber quién soy yo y a quien le pertenecen todas estas reacciones y estos sentimientos.
Porque no existe peor traición que la traición a uno mismo, creo no poder cambiar tanto mis ideales: si estoy enamorado, lo estoy, a pesar de todos y de todo; si tengo que ser el bastón que todo lo intenta sostener, lo seré, por el solo hecho de la felicidad de los otros, porqué así soy, porque primero están los que quiero y después estoy yo, siempre; porque si me han puesto acá, en la vida, acá me voy a quedar aunque tenga que inventarme espaldas; porque así soy yo. Porque mi cabeza es tan dura como irascible, porque mi lealtad es incondicional y mis sentimientos son sinceros, porque mi corazón explota de amor cuando te ve y, ahí estará siempre con vos, a pesar de lo que mi mente le ordene.
Porque pienso vivir muchos años más, de este mismo modo…porque, como dije, quedan pocas fuerzas pero, carajo, quedan.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)